Pingüinos de plástico morados

Eli Mitrani

Cuando yo era joven, mi padre, un profesor de Biología, me enseñó el trabajo de un señor llamado Stuart Kauffman, (( Stuart Kauffman es uno de los más destacados biólogos teóricos de los sistemas complejos biológicos. Sus modelos matemáticos llevan a la idea de que la auto-organización es una de las propiedades de la vida, en contra de la idea del azar presente en la teoría sintética de la evolución. (Nota de Manuel Ruiz).)) que proporcionaba alternativas muy especiales a la teoría del desarrollo de la vida. Kauffman presentó modelos matemáticos sencillos y encantadores que describen la aparición espontánea del orden dentro de procesos aparentemente aleatorios, y demostró como el orden describe de forma muy elegante muchos de los procesos que nos son familiares, con lo cual permite la existencia y desarrollo de la vida.

Kauffman ha ganado varios premios por su trabajo, incluida la Beca McArthur, uno de los premios más prestigiosos a favor del pensamiento creativo. Más tarde encontré su trabajo durante mis estudios en el Instituto Internacional Hermes. Hace más o menos un año, recibí una invitación para asistir a su conferencia en la Universidad Hebrea de Jerusalén como parte del 30º Congreso de ILASOL – La Sociedad Israelí para la Astrobiología y los orígenes de la vida. Estaba contento de tener la oportunidad de asistir, y junto a otros tres miembros del Instituto reservamos un sitio con antelación.

La Sala Rothberg, donde la conferencia iba a tener lugar, estaba en la primera planta. Cuando finalmente encontramos el lugar, veinte minutos antes de que el acto empezase, las únicas personas que había en la sala, excepto nosotros cuatro, eran los dos profesores que organizaban el encuentro, el profesor Kauffman y su mujer. ¿Un profesor mundialmente famoso viene a hablar sobre los orígenes de la vida y casi nadie viene a oír su conferencia? Estábamos verdaderamente sorprendidos. Si ese tema no era de interés para el público, ¿qué lo era? Toda la situación era algo surrealista. Nos sentamos bastante confundidos en la sala y esperamos, finalmente llegaron otras 15 personas. Después de varios problemas técnicos, la conferencia empezó.

Tras una breve introducción, el profesor Kauffman se acercó al podio y empezó a hablar sobre su trabajo. Tratamos de seguirlo lo mejor que pudimos; después de todo, no somos expertos en Astrobiología. No obstante, parecía haber una posibilidad, no totalmente infundada, de encontrar relaciones similares entre las ideas científicas de Kauffman y las ideas sociales. Además, también sabía, por entrevistas de las que había tenido noticias en años anteriores, que junto a su actividad científica, también estaba muy interesado en los aspectos de la ética humana.

Durante el descanso, animado por nuestra amiga Anat y por la atmósfera agradable y acogedora de la conferencia, encontramos el coraje para aproximarnos al profesor y pedirle su dirección de correo electrónico con el fin de permitir una futura comunicación y conversaciones con él. Él contestó, con su característica modestia, que estaría muy contento de continuar dialogando estos temas con nosotros. Poco tiempo después de eso, tuve el placer de tener una larga conversación con él a través de Skype; durante la cual tuve la oportunidad de entrevistarlo y preguntarle acerca de filosofía, física, el desarrollo de la vida y las leyes de la naturaleza. Su conocimiento es profundo y amplio. Fue realmente una extraordinaria oportunidad para obtener una mirada a fondo acerca de la realidad, desde su punto de vista. Le pedí permiso para grabar la conversación entre nosotros con el fin de poder compartir sus pensamientos con otros en un futuro próximo. Él estuvo de acuerdo y le encantó la idea. Fue una larga conversación, así que sólo expondré las partes en las cuales habló de los problemas y las posibles soluciones de relacionar cuestiones culturales y humanas.

ELI: En una de sus conferencias, usted señaló que es humanista y que hay una necesidad de algún tipo de dirección que guiase nuestra sociedad y la llevase hacia el desarrollo de una ética global. Dijo que una de las formas de provocar esto es lo sagrado; que debemos reinventar lo sagrado para que ello ayude a la Humanidad a que regrese por sí misma a la ética global que tan desesperadamente necesitamos. ¿Puede explicar con más detalle esto?

KAUFFMAN: Da la casualidad de que ahora estoy leyendo la introducción de un libro de Andreas Weber “Materia y Deseo” que trata sobre lo que tú estás hablando.

Weber reconoció que el poder del Amor, que él llama compromiso apasionado, como una seria fuerza conductora que permite las relaciones interpersonales para desarrollar y enlazar destinos entre entidades en el universo; es otra forma de reinventar lo sagrado en vez de un Jehová supernatural. Nosotros podríamos enamorarnos de nuestro propio devenir más que de la fuerza mecánica de la eficiencia económica. Tú puedes enamorarte fácilmente de esta idea. Aquí estamos los dos sujetos hablando sobre valores. Yo soy un poco más viejo que tú y por tanto, el cambio debe venir de tu generación.

En este periodo de tiempo de la historia del mundo estamos “agarrados a la cola de un tigre” llamado capitalismo, lo que significa que para ganarnos la vida tenemos que vendernos cosas los unos a los otros. Ya no podemos ser cazadores ni recolectores para poder comer, así que tenemos que comprar; pero mira las cosas que estamos comprando. La mayoría de estas cosas son basura inútil que está acabando con el planeta.

Yo solía exponerlo de este modo: Estamos fabricando, comprando y vendiendo pingüinos de plástico morados para colocarlos al lado de nuestras piscinas. ¡Vendemos toda clase de cosas inútiles con las que llenar nuestro entorno! Así que nuestro sistema de valores es profundamente erróneo. Los sistemas de valores pueden cambia. Puede que Andreas tuviese razón.

Parte del mundo se está dando cuenta y dice: “¡Lo que estamos haciendo es casi completamente sin sentido! ¿No hay otro principio por el cual podamos intercambiar cosas entre nosotros, de manera que todos tengamos algo que comer y no tengamos que comprar pingüinos de plástico morados que serán puestos junto a las piscinas? Quiero decir que nos ganásemos la vida de tal forma que eso permitiera a la gente sentirse más cerca la una de la otra.

Es fácil de decir, y no parece tampoco imposible. Sin embargo, las fuerzas que se oponen a ello son el status quo y las grandes corporaciones que están intentando ganar una gran cantidad de dinero vendiendo pingüinos de plástico morados inútiles. Puede que semejante idea o tendencias cercanas a ella pudiesen posiblemente abrirse paso, y como resultado crear una nueva clase de valores que pudiese surgir y esparcirse entre la Humanidad.

En una reunión a la que hace poco asistí, la gente decía que hay descontento por todas partes. La gente recurre a muchos ejercicios espirituales diferentes porque no encuentra significado a nada de lo que hacen. La gente sabe, por ejemplo, que el sistema bancario está asestando golpes a todo el mundo, pero no hacemos nada acerca de ello aún. La gente sabe que la mayoría de los activos del mundo están en las manos de unas pocas corporaciones. Saben que este hecho da a esas corporaciones una grandísima cantidad de poder. Todos nosotros sabemos eso, ¿verdad? La gente está muy preocupada sobre estos temas.

ELI: “Por supuesto, la gente está buscando un significado más profundo a su existencia. Nosotros buscamos una vida enriquecida por los valores, no una que solamente esté concentrada en nuestras necesidades básicas de comer y dormir.”

KAUFFMAN: No pretendo saber cómo hacer que tal cambio suceda; es tan fácil parecer pretencioso. Pero mirémoslo de este modo: Hoy gran cantidad de procesos intelectuales son sustituidos por robots, como “Siri”, por ejemplo. Incluso nuestro trabajo intelectual probablemente será reemplazado por procesos algorítmicos. Pero yo no creo que la mente humana sea algorítmica, ni que lo sea la transformación de la biosfera o que la economía sea algorítmica. No creo que la vida sea algorítmica – estamos hipnotizados por Turing y los ordenadores.

Quizás la automatización robótica nos sustituya hasta el punto en el cual nos preguntemos a nosotros mismos “¿cuál es nuestro valor como seres humanos?, ¿qué es la gente capaz de hacer, que las máquinas no sean capaces de ello?” Puede que lleguemos a una respuesta: que nuestro verdadero valor yace en descubrir cuál es la verdadera diferencia entre los dos.

Por ejemplo, ¿no preferirías muebles hechos a mano que fueran creados hace 400 años en Provenza en vez de muebles creados en una fábrica hace tres meses? Por supuesto, que lo preferirías. Preferiríamos algo que algún ser humano se interesó por ello, algo que alguien creó con amor. Así que hoy valoramos la creatividad humana más que hace 50 ó 70 años cuando los trabajos mecánicos eran un fenómeno nuevo. Quizás lo que nosotros apreciaremos más en un futuro próximo sea la creatividad humana ¿No te parece?

ELI: Es difícil para mí creer que esto pasará espontáneamente. Según mi experiencia, si no hacemos un esfuerzo especial, continuaremos actuando de tal manera que promovamos nuestro confort y supervivencia y no necesariamente encontrar o traer a la vida una forma más ética de pensamiento.

KAUFFMAN: Coincido totalmente contigo; quizás deberíamos mirarlo de este modo: los robots nos están sustituyendo; las máquinas reemplazan el trabajo manual; los martillos eléctricos son mucho más fuertes que los martillos manuales. Si todas estas máquinas nos rodean, nosotros podemos sencillamente tumbarnos y no hacer nada, ¿no? Entonces podemos pasar nuestra vida navegando por Facebook y comiendo golosinas, ¿verdad?  ¿Pero qué hicimos para ganarnos estas golosinas? Nada. Una vida así sería una vida completamente sin sentido. A ambos tal idea nos horroriza, no sólo porque somos judíos o matemáticos, sino porque somos seres humanos, tal vida parece un desierto que carece de sentido.

Al menos algunos de nosotros probablemente se dirán a sí mismos: “Tengo una lavadora, una televisión y puedo sentarme durante siete horas delante de la tele y estar entretenido”. Pero ¿qué sentido tiene mi vida?” Puede que debamos buscar y encontrar sentido para nuestras vidas, y sentiremos que están como desprovistas de contenido y de razón de ser, incluso si suena un poco piadoso decirlo así. Si de siete mil millones de humanos esto fuese verdad para 500 millones, sería en cierta manera esperanzador. ¿No?

El historiador Arnold Toynbee escribió “Las civilizaciones nacen, se desarrollan y mueren, y en su muerte hay un renacimiento espiritual”. En el ejemplo canónigo del colapso del Imperio Romano, Constantino quería reunir el Imperio bajo algo que pudiera consolidarlo. Así que él eligió el Cristianismo con este propósito lo cual llevó a la difusión de esta religión.

¿Podría tal cambio estar en el aire en nuestros días? ¿Quizás la escuela de filosofía en la que tú estudias es otra expresión de la misma cosa? ¿Qué estás buscando? ¿Qué estás buscando, Eli?

¿Y qué estás buscando tú, querido lector?

Esta pregunta es extremadamente importante, quizás más importante que la respuesta que pueda serle dada. Yo he pensado sobre esta pregunta tantas veces a lo largo de mi vida y la repuesta nunca ha sido la misma.

No explicaré con más detalles la respuesta que le di al profesor Kauffman, pero puedo decir que debatir estos temas con él me ayudó a ser más preciso en mi opinión acerca de las elecciones de la vida. Esta es una pregunta que pide activismo, un activismo que empieza por dentro pero indudablemente lleva a procesos y acciones concretas.

Como científico y filósofo, admito que esta pregunta, entre otras cosas, me llevó a conocer a un hombre como el profesor Kauffman, que tiene el coraje y franqueza – con mucho amor y sin mucha crítica, de mirar a la realidad en la que vivimos con ojos muy abiertos. Coincido en que desperdiciamos un montón de nuestro precioso tiempo comprando pingüinos de plástico morados y tendemos a olvidar la pregunta más importante de todas: ¿Qué estamos buscando?

Sólo cuando alguien o algo nos para y nos pregunta esta importante pregunta, es entonces que, con optimismo, se nos recuerda que paremos un momento y pensemos.

Cuando yo pedí permiso para publicar el artículo sobre esta entrevista, el profesor Kaufman sólo me puso una condición. Él me pidió que dejase abierta una vía para aquellos que quisieran contactar y continuar esta conversación, esperando y creyendo que hablando sobre estos importantes temas, podríamos descubrir ideas más significativas que enriquecieran nuestras vidas.

Yo, cariñosamente, invito a cualquiera que esté interesado en contactar conmigo para hablar sobre este tema en eli@acropolis.org.