Fernando Schwarz
Descubierta en 1933 en el Sahara oriental, la célebre Gruta de los Nadadores no termina de desconcertar a los arqueólogos. Esta gruta fascinante se encuentra en el extremo oeste de Egipto, en una de las zonas más duras del desierto. En sus paredes se encuentran centenas de personajes dibujados, algunos oblicuos, todos enigmáticos. Cuerpos humanos desproporcionados se desplazan en procesión. Lo que más sorprende es la gran cantidad de entre ellos que están boca abajo con los brazos y piernas en posición horizontal, realizando un movimiento semejante a la natación. El Sahara no ha sido siempre un desierto. Fue en tiempos anteriores, hace unos 10000 años, una vasta sabana llena de gacelas, antílopes, leones, jirafas, elefantes y seres humanos. Allí se han encontrado dos de las mas finas esculturas sobre la roca del mundo. El Sahara comenzó a secarse hace 8000 hasta hace 4500 años, y el paisaje se transformó en desierto. Al principio se pensó que se trataba de un proceso puramente natural provocado por los movimientos del eje orbital de la Tierra.
Según el arqueólogo David Wright, los hombres habrían podido acelerar la desertificación de este suelo delicado cuando los cazadores-recolectores comenzaron a pasar de la caza a la vida pastoral desplazando sus rebaños de cabras y bovinos para su alimentación. Pero muchos especialistas han presentado objeciones a esta hipótesis, visto que el número de habitantes de la zona no era tan elevado como para acelerar el proceso de desertificación. La otra opción es que los habitantes hayan sido obligados a dejar estos lugares por fuerzas totalmente fuera de su control. Las pinturas de los nadadores podrían tener una significación simbólica mas allá de la simple práctica de la natación en los lagos de la región a 160 km del sitio. Este tipo de personajes que aparecen también en la gruta vecina de Bêtes, parecen dirigirse hacia criaturas sin cabeza que se los tragan y luego los regurgitan. La primera interpretación, es que estas criaturas son animales, quizás leones a quienes se les suprimió voluntariamente la cabeza, y algunos de ellos parecen haber sido atrapados en finas redes. Se supone que se trata de una práctica mágica para neutralizarlos a través del poder de las imágenes. Este tipo de creencias se encontrarán más tarde en el Egipto faraónico. Otra hipótesis es que los nadadores representan a difuntos y que las criaturas sin cabeza representan dioses o guardianes, como Cerbero o Ammout, que anuncian la entrada al difunto en un más allá submarino. Los textos egipcios corroboran esta teoría, aunque varios miles de años después. El Libro de las Puertas, describe al difunto en estos términos: “Oh, ahogados que estáis en las aguas, nadadores que estáis en el río, ved a Ra sube en su barca, grande de misterio.” En el Libro de los Muertos egipcio, capítulo XXVII, encontramos esta citación: “El libro de la adoración de los dioses de las cavernas: lo que un hombre debe decir cuando arriba para poder entrar y ver a este dios en la gran morada del más allá. ¡Salud a Uds., dioses de las cavernas del Occidente! ¡Salud a Uds. guardianes del otro mundo que protegéis a este dios y aportáis las novedades ante Osiris! Oh, guardianes de las puertas, que cuidáis vuestras puertas que tragáis las almas y los cuerpos de los muertos que pasan por vosotros cuando son enviados a la casa de la destrucción.” Así podemos constatar que las creencias de estos pueblos desaparecidos hace milenios se prolongaron en el Egipto Faraónico.