La simbología de Hermes en C.G. Jung

Beatrice Weinelt

„Hermes, Señor del Mundo, que vives en los corazones, disco lunar, circular y cuadrado, inventor de la palabra de la lengua, obediente a la justicia, portador de clámide, que calzas alas en los pies, regente de la lengua omni-sonante, profeta de los mortales…“

Papyri Graecae Magicae, Vol. II, 139

C.G. Jung, junto a Sigmund Freud y Alfred Adler, pertenece al trío precursor de la psicología profunda moderna. Cuando se separó de Sigmund Freud desarrolló su propia escuela de la Psicología Profunda Analítica y dirigió investigaciones sobre su Teoría del Inconsciente Colectivo y el significado que tiene la religión para la psique. Jung hermanó religión y psicoanálisis estableciendo la relación entre la sabiduría de oriente y el saber occidental.

En los escritos de Jung, los principios del dios Hermes aparecen una y otra vez bajo diversas denominaciones. Lo entiende como fuerza transformadora y transmutadora que juega un importante papel en la evolución del individuo siendo “el que mueve los hilos” desde atrás y como aquel en el que se puede resumir el concepto de espíritu. Como esta palabra tiene múltiples significados en las diferentes lenguas europeas, debemos acotar que el Hermes en Jung se refiere tanto al ser espiritual como también al proceso evolutivo de la mente.

En relación a esto, encontramos a Hermes en Jung principalmente bajo dos aspectos, ambos objeto de este trabajo, con el que pretendemos profundizarlos:

  1. Como componente del lenguaje simbólico de cuentos, mitos y sueños, en los que el alma dice algo sobre sí misma y en los que se revelan los arquetipos.
  2. Como fuerza esencial transformadora en la Alquimia Filosófica en la que a Hermes se le llama: espíritu Mercurius.

Carl Gustav Jung nació el 26 de julio de 1875 en Kessvil, Suiza y su padre era párroco. Estudió medicina y luego trabajó hasta 1909 en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Zürich. En 1909 terminó su trabajo clínico y, algunos años después, su actividad docente en la universidad para dedicarse, en lo sucesivo, a su actividad medico-psicoterapéutica, a su investigación científica y actividad literaria. Después de que en 1933 aceptara un puesto docente en la ETH (Univ. Técnica Confederada. N.d.T.) de Zürich, en 1943 alcanzó una de las cimas de su carrera académica: fue nombrado Catedrático de Psicología en Basilea.

Uno de los momentos cruciales de su vida fue su encuentro con Sigmund Freud en 1907, cuya consecuencia fue el poder profundizar aún más en el mundo del psicoanálisis, encontrando confirmación a las investigaciones que había realizado hasta entonces. Después de algunos años de estrecho intercambio, Jung empezó a moverse por otros caminos. Criticó la Teoría de la Libido de Freud y en 1913 se separó de él y de su escuela psicoanalítica. Llamó a su propia concepción “Psicología Analítica” o “Psicología Compleja”.

Sobre la mitad de su vida, y a raíz  de sus investigaciones sobre el inconsciente y su fenomenología, Jung decidió hacer grandes viajes, principalmente a África y Asia, para estudiar de cerca la psicología del hombre “primitivo”. Las sorprendentes analogías entre los contenidos del inconsciente de un europeo moderno y determinadas expresiones de la psique del hombre “primitivo”, sus mitos y leyendas, hicieron que Jung ampliara y profundizara más sus investigaciones etnológicas y psico-religiosas. También se dedicó a la simbología filosófica y religiosa del Lejano Oriente y  junto a Richard Wilhem, un importante traductor y especialista en casi todas las grandes obras de la filosofía y poesía china, publicó un texto taoísta: “El secreto de la flor de oro”. A esto siguieron otras colaboraciones también estrechas con el indólogo alemán Heinrich Zimmer y el filólogo y mitólogo húngaro Karl Kerényi.

Ya que, según Jung, sufrir de falta de sentido en la vida conduce a muchas personas a la neurosis, o contribuye persistentemente a que ésta aparezca, profundizó sus estudios sobre el papel de las religiones en el proceso en el hombre del desarrollo de sí mismo, dedicándose intensamente al estudio del Ocultismo, la Parapsicología así como de la Alquimia Filosófica y su relación con del proceso de transformación del hombre.

C.G. Jung murió el 6 de junio de 1961 en Küsnacht. El trabajo pionero que realizó con su obra, que se compone en total de más de 120 escritos y que han sido traducidos a numerosas lenguas, no sólo abrió nuevos caminos a la Psicología del Inconsciente sino que también tocó otras muchas temáticas. Muchos conceptos de la psicología profunda moderna han entrado a formar parte de la cultura general. La Psicología Analítica de Jung está dirigida tanto al desarrollo integral del hombre como a la curación, siendo su principal preocupación ayudar al hombre para que él se pueda ayudar mejor a sí mismo y trabajar en su individuación.

El Yo: Designa la totalidad y la unidad de todos los fenómenos psíquicos en el hombre. El Yo abarca tanto el centro más interno de cada individuo como lo que circunda a ese centro, conteniendo lo que puede saber, lo que no puede saber y lo que todavía no puede saber, lo consciente y lo inconsciente. Esto es: aúna en sí todos los potenciales ya despiertos y los todavía no descubiertos; luz y sombra. El Yo viene definido como un todo en el que los opuestos se unen. El Yo aparece en mitos, cuentos y sueños por ej. bajo la figura de una personalidad superior como puede ser un rey, un héroe, un profeta, un salvador o bien como un círculo, una cruz o un par de opuestos a la manera del Ying y Yang, del héroe y su contraparte (por. Ej. Fausto y Mefistófeles), etc.

El Inconsciente: Este concepto abarca todas las experiencias y contenidos psíquicos que no pueden ser percibidos ni por la conciencia ni por el Yo. Según la concepción de Jung, hoy hablamos tanto del inconsciente porque en esa zona del alma impera con fuerza una vida y un movimiento. Después de que el pensamiento imaginario y muchos símbolos cayeran en el olvido, su fuerza inmanente se ha ido retrotrayendo al inconsciente, algo que en muchas personas es causa de miedos y ansiedades. Jung diferencia entre un inconsciente personal y uno colectivo. En los sueños aparecen, sin que el sujeto que sueña tenga tradición histórica alguna, imágenes arquetípicas y temas mitológicos que provienen de lo profundo del alma, del inconsciente colectivo.

La conciencia: Para este término Jung utiliza la imagen de una esfera. La esfera es la psique con todos sus componentes conscientes e inconscientes. La parte iluminada de la esfera es la conciencia y el Yo es el centro de este campo de conciencia.

Arquetipus: Los arquetipos son estructuras dominantes en el inconsciente del hombre y organizan la vivencia interior en imágenes y temas según determinados patrones básicos. Según la concepción junguiana, los arquetipos no tienen contenidos determinados (ver la Teoría de las Ideas de Platón) sino que son estructuras predeterminadas, algo así como si fueran las redes cristalinas de los minerales, alrededor de las cuales se agrupan experiencias psíquicas específicas.

Individuación: Designa el proceso de maduración interior al que Jung atribuye un especial significado, conocido también como “autorealización” o “desarrollo integral”. Un momento importante en él es el encuentro con la propia “sombra”, es decir el aspecto oscuro, inconsciente, de la personalidad.

Símbolo: Los símbolos son, según Jung, “transformadores de energía” en las vivencias íntimas y experiencias emocionales. Un símbolo es capaz de reflejar en una sola imagen contenidos con muchas claves o capas y transmite verdades interiores que sirven para el desarrollo integral del individuo. La capacidad de crear símbolos es inherente a la psique y es expresión de una vida sana del alma.

Anima y Animus: Son representaciones provenientes del inconsciente. Son siempre del género contrario: en el hombre la imagen toma forma femenina (Anima), en la mujer masculina (Animus).

4.1. Hermes en los sueños

En la psicología junguiana se define al sueño como Via Regia ó „camino real hacia el inconsciente” o sea, como puente y medio de comunicación entre el inconsciente y la conciencia. Los sueños, para expresarse, se sirven de la función creadora de símbolos de la psique. Este “lenguaje de los sueños” se compone de elementos y de su especial carga, que la toman de las vivencias del que está soñando, por lo que él mismo es el que puede y debe interpretarlos.

Jung parte de la base de que Hermes como Espíritu, al ser de por sí “pre-consciente”, existe en la psique humana de manera universal y se muestra en los sueños de varias maneras:

  • La mayoría de las veces es la figura de un anciano la que simboliza al Hermes-Espíritu. A veces es también un “espíritu” propiamente dicho, en el sentido del alma de un muerto, el que hace ese papel. El sabio anciano aparece en sueños como un mago, un médico, un sacerdote, maestro, profesor, abuelo o como otra persona que posea autoridad. La figura del viejo sabio no sólo aparece en sueños sino también en visiones de la meditación, en las que hace el papel de un guía espiritual.
  • Hermes puede aparecer en los sueños de personas de ambos sexos también en forma de un joven o un adolescente que, en la mitología de diversas culturas, también puede tomar la figura del “niño divino”. Entre las mujeres, esa figura corresponde a un llamado Animus “positivo”, que indica la posibilidad de un desarrollo espiritual consciente. Entre los hombres, esa figura no es tan clara. Puede ser positiva y entonces significa el Yo superior o el Filius regius (“Hijo Real”) tal y como lo entendían los alquimistas. En los dos casos el joven representa el espíritu.

Espíritu y joven van juntos. Esta pareja juega un importante papel en la alquimia como símbolo del Mercurius. Pero no se puede asegurar que los símbolos de espíritus en los sueños sean siempre “buenos” moralmente hablando. Con frecuencia traen incluso señales ambiguas o de malignidad. Al final sólo podemos saberlo esperando pacientemente para ver qué “mal” era necesario para llevarnos al bien y qué bien nos encandila para llevarnos al mal. Ambas direcciones sin embargo tienen su valor en la evolución interior del hombre.

4.2. Hermes en los cuentos

La presencia de Hermes en los sueños es muy parecida a la que encontramos en los cuentos. El “anciano” aparece siempre que el héroe se encuentra en una situación desesperada y sin salida, de la que sólo puede salir tras una concentrada reflexión o una buena idea, o sea: a través de  una función mental. Pero, ya que el héroe no puede lograrlo él solo, bien por motivos interiores en él mismo o bien por causas ajenas a él, entonces aparece, para compensar su falta, el conocimiento necesario en forma del anciano que le da consejo o ayuda, es decir un pensamiento personificado.

El anciano suele hacerle las preguntas sobre el “quién”, “de donde” y “a dónde” para encauzar la reflexión sobre sí mismo y la concentración de las fuerzas morales. A menudo otorga además una especie de ayuda mágica, a saber: el inesperado e increíble poder para el éxito.

El anciano representa por una parte el saber, el conocimiento, la reflexión, la sabiduría, la inteligencia y la intuición, pero también cualidades morales como la benevolencia y la predisposición para ayudar, características todas ellas que se pueden resumir en el Espíritu en su calidad de mental-manásico. Pero esto no es todo: él pone a prueba las capacidades morales del héroe y hacer depender de una prueba el que le otorgue su don (ver el cuento “Frau Holle “ de los Hnos. Grimm, en versión española titulado “Madre Nieve”).

Así como todos los arquetipos poseen en carácter luminoso, benéfico, positivo, también tienen un aspecto dirigido hacia abajo, en parte negativo, adverso, subterráneo ó ctónico en sentido amplio, y sin embargo un aspecto neutral. Por eso no es ninguna excepción que el arquetipo del Espíritu aparezca por. ej. bajo la forma de un enano (por ej. en “Rumpelstilzchen“ = “El enano saltarín”).

La cualidad “espíritu” de Hermes en los cuentos aparece además en una simbología zoomórfica, especialmente bajo la forma de animales dispuestos a ayudar. Según Jung, Hermes aparece bajo esa forma cuando los contenidos que se brindan todavía se encuentran fuera del ámbito humano, allende la conciencia humana. Estos animales que brindan auxilio, como por ej. “El gato con botas” se comportan como humanos, pueden hablar, demuestran inteligencia y saber que es incluso superior al del hombre, lo que también se puede expresar en ardides y trucos.

4.3 Un cuento hermético: El espíritu de la botella

Resumen del cuento “El espíritu de la botella” de los hermanos Grimm:

«Érase una vez un pobre campesino que tenía un único hijo al que quería mandar a estudiar. Pero como sólo le pudo dar una suma muy pequeña para que fuera a la universidad, pronto se le acabó el dinero, antes de poder hacer los exámenes. Así es que tuvo que volver a su casa y a ayudar al padre en su trabajo en el bosque. Un día, durante el descanso del mediodía, deambulando por el bosque llegó hasta un viejo y enorme roble. Allí escuchó una voz que salía del suelo y que decía: “¡Sácame de aquí! ¡Sácame de aquí!”. Empezó a excavar y, entre las raíces del árbol, encontró una botella muy bien cerrada de la que aparentemente salía la voz. Tiró del tapón, y hete aquí que salió un espíritu que al momento se hizo tan grande como la mitad del roble. El espíritu se dirigió a él diciéndole: “Estaba encerrado aquí por castigo. Soy el poderosísimo Mercurius. Al que me libera, le tengo que romper el cuello.” La perspectiva asustó al joven y se le ocurrió una treta. Le dijo al espíritu que cualquiera podría decir que era un espíritu que estaba metido en una botella; que esto, antes de nada, se lo tenía que demostrar. El espíritu, para probárselo, se volvió a meter en la botella. El joven la cerró inmediatamente, con el espíritu de nuevo dentro. El espíritu le prometió entonces una recompensa si le volvía a dejar salir. El joven aceptó, le volvió a liberar y recibió a cambio un trozo de tela. Cuando, más tarde, el joven pasó la tela por un hacha rota, ésta se hizo de plata, y pudo venderla por 400 táleros. De esta manera, padre e hijo se liberaron de sus preocupaciones. El joven pudo continuar sus estudios y, gracias a la tela, pudo más tarde llegar a ser un médico famoso.»

El cuento -como los sueños en la Psicología Junguiana- se puede interpretar como “mensaje sobre sí mismo del inconsciente”, se sucede en un bosque, en un lugar oscuro e impenetrable que, como el mar o las aguas profundas, simboliza lo desconocido y misterioso. En este contexto, el bosque corresponde al inconsciente propiamente dicho.

Los árboles son -como los peces en el mar- los seres vivos que componen el bosque, o sea los contenidos del inconsciente. De entre los árboles -los seres vivos del bosque- sobresale uno. El árbol es un roble, en cierta manera el rey de los árboles, que puede ser entendido como una suerte de centro en el inconsciente, símbolo del principio y fin del proceso de individuación. El roble expresa el núcleo de la personalidad todavía inconsciente y su simbología, como planta, apoya esta imagen. Todo esto quiere decir que el héroe del cuento no es aún consciente de sí mismo. Para él, el árbol guarda un gran misterio que no se encuentra en la cima, sino que está oculto en las raíces, en lo que penetra hasta lo “mineral-inanimado”, con lo cual lo inanimado se convierte en fuente de lo animado.

El misterio que está oculto entre las raíces es un espíritu en una botella que exige al héroe que lo libere. Está metido contra su voluntad en la tierra entre las raíces del árbol, prisionero y encerrado, a donde él no llegó por medios naturales sino que se le desterró previamente, en una botella que, tras lo cual, fue escondida. El mensaje del cuento sería que la esencia hermético-mercuriana, bajo circunstancias normales, se desarrollaría libremente pero que por una intervención se ha visto encerrada y privada de su libertad. Se presenta como un mal espíritu, algo que su felonía parece confirmar, y está desterrado en las raíces, o sea en la tierra o, lo que es lo mismo, en el cuerpo, en la materia. El espíritu malo no es en este cuento el mal en sí sino que está enterrado en la materia, de manera que no se puede mover libremente.

La botella es un producto artificial y significa la limitación o aislamiento del espíritu frente a su entorno. En la alquimia, la botella, cual “Recipiente Hermético”, estaba igualmente cerrada es decir, sellada con el símbolo de Hermes. Tenía que ser de cristal y, a ser posible, esférica, para representar el universo. El cristal es como si fuera agua sólida o aire sólido, el símbolo del espíritu; la botella entonces es una suerte de retorta alquímica. En el estadio inicial del proceso de transmutación, el espíritu-mente es todavía “malo” pues es una fuerza inconsciente es decir, incontrolada, y tiene que ser dominada primero. El árbol y sus raíces -el inconsciente- no son todavía idénticos sino sólo depósito del mismo. Es llamativo que, en el cuento alemán, el nombre del espíritu sea literalmente el de Mercurius, algo que nos lo revela como una leyenda alquimia simplificada.

Al espíritu Mercurius no se le puede comparar aquí con el tema del “demonio engañado”, ya que aquí no se le engaña para salvar un alma de la que él se quería apoderar, robarla. Aquí, en cierta manera, se le lleva a otra cara de su naturaleza cuando el héroe, con una treta, logra que se meta otra vez en la botella y que, como consecuencia, le haga entrega de un regalo benefactor como recompensa, una especie de ayudante mágico. Con la tela pule su hacha, su herramienta interna, que al final le supone una gran recompensa. Este trozo de tela, en otra versión del cuento, se comporta como un emplasto medicinal que puede volver a unir lo que se haya roto.

En este cuento tan simple, se representa la Mente Dual. Presa en la materia pero sin pertenecer a ella, habiendo sido metida en ahí por otra fuerza de la que en el cuento no se dan pormenores, se nos muestra primero como un poder egoísta, interesado, destructivo, que todavía no está domesticado ni educado y que incluso se convierte en una amenaza para el héroe. Cuando el héroe logra vencer al espíritu-mente con sus mismas armas y, gracias al gran arte de la astucia, lo atrae otra vez a la botella denota la transmutación de un poder mental-espiritual superior que, en adelante, otorga dones y bienestar a su poseedor. El espíritu-mente ha encontrado su maestro desde la cautividad, pasando de la libertad ilegítima a la verdadera liberación. El espíritu inicial de la botella pasa a ser, en el resto del cuento, irrelevante. Nos cuenta de lo bien que desde entonces le fue al joven, pero no nos dice nada más del espíritu Mercurius mismo. El espíritu Mercurius, por lo tanto, se entiende como un catalizador y pone de manifiesto la transformación interior del héroe.

La moraleja esencial del cuento está en la transformación del hombre. Cada representación simbólica, desde la del padre, pasando por la del árbol, y hasta la del espíritu en la botella, es la imagen de cada paso en el estado interior y de un proceso. Al principio es todavía inconsciente, pero está dispuesto a aprender. Tiene que acabar con el aprendizaje de cosas en el exterior es decir, retornar de la universidad y llegar al aprendizaje interior enfrentando su gran prueba en el bosque. El espíritu en la botella le amenaza, pero hace que despierten en él potenciales interiores. Por último, y gracias a ello, no sólo se salva él mismo sino que se convierte en salvador y curador de los hombres. Con imágenes muy simples hemos podido reconocer la transmutación del “espíritu malo”, Kama-Manas, en el “buen espíritu”, Manas.

C.G. Jung hizo exhaustivos estudios de la alquimia en su aspecto psico-filosófico. En la alquimia se llama a Hermes -como ya dijimos en el cuento de “El espíritu de la botella”- “espíritu Mercurio” y tenía su puesto fijo. Bajo esta denominación se pueden encontrar diferentes significados en la alquimia. Por un lado se refiere al elemento mercurio (Hydrargyrum = Hg, del latín, “plata líquida”) tal y como lo vemos en su estado real y que, por su calidad líquida y volátil, se le llamó “agua volátil” asociándoselo siempre con la “sustancia espiritual” intangible. El significado alquímico real de Mercurio va mucho más allá y designa en general la “Naturaleza del Espíritu”.

Jung pudo deducir el significado profundo de la alquimia y relacionó la escalera de la transmutación alquímica con la psicología profunda, con la necesaria transformación interior ó individuación de cada uno. “Lo que la Alquimia  …  ha creado, lo ha reconocido la Psicología sin mucha dificultad como materia psicológica que aparece, cual cuerpo químico, contaminada. Esa materia procede originalmente del inconsciente … Dicho más exactamente: el punto de origen es el inconsciente colectivo…[1].Dentro de esta transformación desde el inconsciente (prima materia) a la consciencia, Hermes es esa fuerza misteriosa de la  Mente-Fuego, que corresponde tanto a la fuerza motriz del Fuego como también al objetivo: la Sabiduría. Con la ayuda del fuego, que cada vez es más fuerte, se destila la esencia. Las dos son cualidades herméticas: tanto el fuego como la quintaesencia.

Los peldaños de la transformación

Los cuatro pasos de la transformación se denominan: nigredo, albedo, citrinitas y rubedo. En cada peldaño, el alquimista sufre una purificación cada vez más profunda, seguida de la unión con el Fuego de cada peldaño (boda alquímica), del nacimiento de una cualidad nueva y de la muerte de la misma para poder seguir al escalón siguiente. El fuego de cada paso es el doble de fuerte que el del peldaño anterior. Jung interpreta este Fuego como el despertar de cuatro niveles de amor ígneo en el corazón del alquimista a través de su Anima (en el caso de un hombre) o de su Animus (en caso de una mujer). El Fuego es el combustible de la obra alquímica. Una vez encendido, acompaña el camino hasta el final.

1. Nigredo – El ennegrecimiento (putrefacción): En el primer peldaño, el fuego es lento y suave, purifica al hombre de sus partes terrenas. El camino empieza con la búsqueda de la prima materia, del estado puro de la materia que, para el alquimista, era la base de la naturaleza, de la que surgieron los elementos. A este nivel, el hombre tiene que penetrar en lo oscuro, en lo caótico del inconsciente, afrontar su “sombra” y empezar a tenerla en cuenta. Sólo con la ayuda del fuego del amor puede morir interiormente y enfrentar la prima materia. En esta subida de peldaños, el fuego será cada vez más fuerte; aparecerá ira, emoción, miedo, y se los tendrá que enfrentar con paciencia y humildad.

Aquí encontramos a Hermes en su aspecto de Psicopompo, del que guía en y a través de las regiones del submundo, de los infiernos.

2. Albedo – El blanqueamiento: A este peldaño se le llama también “Escalón de la Luna”. Hay textos alquímicos que dicen que es en este momento cuando el alma se hace consciente de sí misma, reconociendo, con la ayuda de la luz que se refleja -simbolizada por la Luna-, su propia naturaleza solar. Descubre la fuente de esa luz: la mente pura. Recorriendo el proceso de transformación interior, Jung describe esta fase como un retirarse de la vida exterior. Este peldaño es comparable al vapor que surge cuando se calienta el agua, y es sinónimo de la esencia espiritual que surge, elevándose, de la psique y se manifiesta en el “saber de quién se es verdaderamente”, el saber de la propia identidad.

3. Cirtinitas – El amarillamiento: Se lo conoce como “Peldaño del Sol” o la surgir de la luz del sol en el propio ser. La luz ya no se refleja -como en el caso de la luna- sino que se muestra en su propia naturaleza. Se revela en su calidad de poder penetrarlo todo, es “grande y fuerte como todo fuego que devora” y se la describe como inteligencia creadora. Se dice que en este peldaño se desvela la única y verdadera sabiduría, si uno es consciente de esa luz. La luz de la luna tiene que morir para que la luz del sol, de la conciencia, se pueda percibir.

Aquí encontramos paralelos con Hermes como Inteligencia Creadora y Mente Pura.

4. Rubedo – El enrojecimiento: En este peldaño se despierta el deseo de dar a la conciencia iluminada una nueva forma o, lo que es lo mismo, encarnar de nuevo y de otra manera. Para conseguir esto se necesita un cuarto fuego que quema tanto “como una fusión”. Aquí es donde tiene lugar la verdadera Transmutación, o transformación integral, y la unión nueva de espíritu y materia. Es la culminación de la “Gran Obra”, la creación totalmente nueva del ser. Hermes se nos aparece aquí en su aspecto más superior: como mago que une los opuestos.

Cuadro resumen:

ObraElementoElemento químicoPeldañoBoda AlquímicaAspecto de Hermes
Nigredo  EnnegrecimientoTierraSalEntrada al InconscienteAmor sensiblePsycopompo
Albedo EmblanquecimientoAguaMercurio líquidoLunarAmor románticoGuardián de la Sabiduría
Citrinitas  AmarillamientoAireMercurio evaporado (gas)SolarAmor espiritualInteligencia creadora
Rubedo EnrojecimientoFuegoAzufreTransmutaciónAmor místicoMago

En cada nivel o peldaño del proceso se aplica, se repite, el principio alquímico de “solve et coagula” (disuelve y concretiza). La forma tiene que deshacerse cada vez para que vuelva a cobrar un nivel más alto de conciencia y una forma más pura.

Se debe considerar a Hermes-Mercurius como la idea dominante de la Alquimia, como la luz espiritual que[2] “cae sobre el hombre ciego y dormido –que se encuentra en el proceso inconsciente de la adquisición de conciencia, en el proceso de individuación- generalmente simbolizado por el ‘arbor philosophica’ (el ‘Árbol del Conocimiento’ del paraíso) que, en ambos casos, está vigilado por un poder demónico (la serpiente ó un espíritu maligno) que persuade y empuja a obtener el conocimiento.”

“Pero es entonces, al liberar a Mercurius de su cárcel, cuando adquiere el carácter del Atman superior, el que es, más allá de la personalidad. Entonces es cuando ese ‘spiritus vegetativus’ de toda criatura, el núcleo de oro en el Yo Superior, se representa a través del ‘filius macrocosmi’, que es la Piedra Filosofal en sí (lapis et unus).” [3]

En la “Aurelia Occulta”, un texto alquímico del s. XVII, se dice: “… Te otorgo las fuerzas de lo masculino y lo femenino, incluso también de las del cielo y la tierra. Con valor y generosidad se han de usar los misterios de mi arte […] Los filósofos me llaman Mercurius; mi esposo es el oro filosófico; soy el viejo dragón, presente en todos los lugares de la tierra, padre y madre, joven y anciano, muy fuerte y débil, muerte y restablecimiento, visible e invisible, duro y blando; bajo a la tierra y asciendo al cielo; soy lo superior y lo inferior, lo más ligero y lo más pesado; en mí, el orden de la naturaleza muchas veces se vuelve del revés en el color, número, peso y medida; mantengo la luz de la naturaleza; soy oscuro y claro, surjo del cielo y de la tierra, soy conocido y sin embargo no existo en absoluto… Soy el brillante carbúnculo solar, la tierra radiante más preciosa, a través de la cual puedes transmutar cobre, hierro, zinc y plomo en oro.”

Jung reconoció que en las ambiguas, oscuras y paradójicas facetas de Hermes-Mercuruis se reflejan justamente aquellos componentes del ser humano que rechazaba el cristianismo. De ahí que esos aspectos fueran asociados a Lucifer, al poder demoniaco y afines; o sea a la suma de todos aquellos componentes psíquicos que el cristianismo intentaba eliminar. Pero como ese aspecto reprimido “posee realidad viviente, le apremia expresars, y lo hace a través de una simbología oscura, hermética.” [4] La Alquimia, a través de una especie de cultura paralela al cristianismo, logró producir durante muchos siglos en Europa una imagen contraria y “un camino de vuelta al Hermes antiguo y, con ello, reabrir la idea precristiana, o sea alquímica, de una mente integral.” [5]

Jung en sus estudios, profundizó en la simbología de Hermes-Mercurio de manera especial. Vio en él una imagen de la mente, guía del hombre a través de las intransitables y peligrosas regiones del inconsciente y esa fuerza que es capaz de unir los opuestos que también están en su doble naturaleza.

En nuestra terminología acropolitana podemos decir que Hermes se manifiesta en esa fuerza que nos mueve a ponernos en marcha y buscar los potenciales latentes. Cuanto más nos vamos comprendiendo y transformando a nosotros mismos en ese camino, tanto más entenderemos y transformaremos a la humanidad.

Los estudios de C.G. Jung pueden ser un interesante complemento para el Instituto Hermes, ya que ofrecen una clave psicológica para las cualidades del dios y lo hacen susceptible de ser vivido a nivel humano-espiritual. Hermes es, en este sentido, al mismo tiempo la dinámica que mueve la búsqueda y la misma meta: la sabiduría.

Que Hermes, el Gran Alquimista y Transformador, Maestro y Guardián de saber verdadero, Amigo y Acompañante del hombre, nos ilumine y enseñe el camino. Y que podamos ser los humildes servidores de esta fuerza de la naturaleza.

  • Symbolik des Geistes, C.G. Jung, Ed. Walter-Verlag, 1972 (Contenido en Volumen 13 – Estudios sobre Representaciones Alquímicas (Madrid: Ed. Trotta) Cap. “El espíritu Mercurius“ (1943/1948)
  • Lexikon Jungscher Grundbegriffe [Glosario de los conceptos junguianos fundamentales), Editado por: Helmut Hark, Walter-Verlag, 1994
  • Die Psychologie von C.G. Jung, Jolande Jacobi, Fischer Taschenbuch Verlag, 1998
  • Die Wirklichkeit der Seele, C.G. Jung, dtv, 1990 [(2003), Realidad del Alma: Aplicación y progreso de la nueva psicología, Buenos Aires: Losada]
  • Traum und Traumdeutung, C.G. Jung, dtv, 1990 [Contenido en Volumen 18/1 – La vida simbólica (Madrid: Ed. Trotta) Cap. Símbolos e interpretación de sueños (1961)
  • Psychologie und Alchemie, C.G. Jung, Rascher-Verlag, 1944
  • Erinnerungen, Gedanken, Träume von C.G. Jung, Aniela Jaffé, Walter-Verlag, 1987
  • Der Mensch und seine Symbole, C.G. Jung (und andere), Walter-Verlag, 1987
  • Der alchemistische Prozess der Transformation, Nigel Hamilton, 1985

[1] „Die Symbolik des Geistes“, C.G. Jung, pag. 90 (N. d. Trad.: ver Bibliografía al final)

[2] Cita de: a.a.O. pag. 120

[3] Cita de a.a.O., pag. 121

[4] Cita de a.a.O. pag. 133

[5] Cita de a.a.O., pag. 134