NUESTRA RELACIÓN CON LA EPIGENÉTICA, cómo afrontar descubrimientos que desafían el paradigma científico actual

Manuel Ruiz Torres

Cada vez que surge un descubrimiento que se sitúa en los márgenes del paradigma científico actual, existe la tentación de hacerle decir lo que no dice, especialmente en el caso de los avances científicos en relación al ser humano.

Que el paradigma científico actual es obsoleto y reduccionista es una realidad admitida por un número creciente de investigadores y divulgadores de la ciencia. No hay que precipitarse en su desmantelamiento, ya lo están haciendo desde dentro.

La reflexión que quiero trasladar es el riesgo que supone para la credibilidad de las ideas de la filosofía esotérica , el “forzar” demostraciones allá donde no existen (aún) en beneficio de las propuestas filosóficas. Y en algunos casos, hay además un serio riesgo. No podemos pretender que la ciencia actual, con su método científico reduccionista, demuestre ideas tomadas de la Tradición Esotérica con un método radicalmente diferente.

Cuando surge un descubrimiento relevante, que desafía los criterios del paradigma científico imperante, es muy tentador proyectar en el descubrimiento aquello que “casi” dice, pero que realmente no lo afirma.

Un ejemplo práctico. En la última década los descubrimientos en epigenética han revolucionado el panorama de la biología, y es posible que el propio paradigma biológico actual tenga que sustituirse por otro, gracias en parte, a estos descubrimientos.

Estas investigaciones están abriendo unas posibilidades insospechadas, hace unos años, en la relación cuerpo-mente, y se están descubriendo cómo determinados procesos mentales, relacionados con el estado de ánimo o con la intensidad de las creencias, que podrían influir, no sólo en la fisiología del organismo, sino en la propia expresión de los genes. Hay evidencias científicas que demuestran cómo el estrés o la meditación influyen en que determinados genes se expresen o no.

Todo esto va en la misma dirección de la filosofía, en el sentido de que el nivel del cuerpo físico está supeditado al nivel del cuerpo astral y del cuerpo mental, pero no está demostrando. Por lo tanto no podemos utilizarlo para demostrar la Constitución Septenaria.

Indudablemente los avances en epigenética van en dirección a lo que dice la filosofía esotérica, y es eso lo que podemos aprovechar: el paralelismo en los enunciados, que requieren de la analogía (y no de la lógica de un descubrimiento científico actual) para que sean útiles en la comprensión de las ideas filosóficas. Seguramente están más cerca que lejos los días en que se llegue a los descubrimientos científicos que sean demostraciones inequívocas, pero por ahora no ha sido así.

He querido usar el ejemplo de la epigenética porque en él confluyen también los efectos perniciosos. Si guiados por esa influencia demostrada (pero de forma muy difusa aún) entre mente y expresión génica, decimos que con el poder de la mente “podrían” revertirse enfermedades de origen genético, estamos invadiendo un terreno que está siendo muy hostigado en la actualidad (no sin parte de razón), porque estamos induciendo, a pensar que “se puede”, y dudo que tengamos ese poder mental, cuando a duras penas somos capaces de cumplir con una agenda algo voluntariosa. Todo ello sin tener en cuenta otras consideraciones de tipo kármico, etc.

Creo que se impone cierta cautela, reflexión y conocimiento sobre los nuevos descubrimientos y sus alcances. Sería bueno abrir diálogos en este sentido.

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