LA ALQUIMIA DE LA IMAGINACIÓN

Claudia Patricia Escobar Rúa

Hoy, de manera muy visible, vemos como el mundo se resquebraja; nuestros sistemas económicos están en crisis, el medio ambiente está cada vez más agotado, las sociedades carecen de valores que las sustenten, generando guerras y múltiples problemas sociales, y el hombre sólo, con todo ello, enfrenta la pérdida de sentido y de finalidad de ser.

El paradigma positivista que nos ha sustentado y en el que la razón era la vía y la herramienta por excelencia para relacionarnos y aprehender el mundo, ha perdido su peso y veracidad. En medio de esta crisis urgen nuevas vías, nuevos paradigmas que le permitan al hombre afrontar sus realidades tangibles desde otras formas.

Este trabajo es una respuesta a ello. Pretende ampliar la visión y generar reflexiones que posibiliten al hombre de hoy explorar nuevas vías, tanto a nivel individual como social,  en las que pueda conciliar aquello que en apariencia  es inconciliable, y con esto generar la simiente para la gestación  de nuevas visiones del mundo, y por qué no, para la construcción de otras sociedad y  formas de pensamiento.

Frente a este panorama, la olvidada y mal entendida facultad de la imaginación cobra sentido e importancia, ya que es la única capacidad que permite al hombre, proyectarse de forma diferente hacia el futuro, verse e imaginarse mejor y en consecuencia, transformarse, y transformar la realidad. Esta premisa es la que pretendemos abordar y desarrollar en el siguiente trabajo.

Aunque es común hablar de imaginación, el viejo paradigma   definió  la imaginación, como un proceso humano de importancia secundaria, que consiste en la simple habilidad de alejarse de la realidad a través de la creación de mundos fantásticos; en lo cotidiano la  asoció a la capacidad creativa e inventiva y en algunos casos a formas de escapismo. También la relacionó a la posibilidad de conjugar imágenes ficticias, alejadas de todo criterio de realidad y de concreción que logran distraer al hombre de toda la miseria y deshumanización que hay a su alrededor.

Así,  el uso de la imaginación quedó relegado para los artistas, los escritores o para algún momento de evasión, quitándole todo su poder e importancia para la generación de nuevas vías de acceso a la realidad. 

Nuevas definiciones  e interpretaciones de este proceso humano, nos permiten entender la importancia de la imaginación como mecanismo que posibilita la evolución del hombre.

De forma simplificada podríamos definir la imaginación como la capacidad humana de captar imágenes superiores y la fuerza de hacer que esas imágenes superiores se conviertan en realidades en nuestro mundo. (1). Es decir, la imaginación comprendería todos aquellos recursos y aptitudes que tiene un individuo, para traer a sí cierto tipo de imágenes, al igual que el poder para hacer que dichas imágenes sean vividas y experimentadas en la cotidianidad. Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de imágenes superiores?

Las imágenes, material intangible de la Imaginación son representaciones de realidad, que engloban una idea, de tal suerte que cada idea tiene una imagen, y siendo así, si captamos la imagen, captamos la idea. Si recordamos la imagen, recordamos la ideas (2).

Sin embargo, las imágenes pueden formarse de simples signos arbitrarios y convencionales, o pueden estar constituidas de símbolos, y convertirse en símbolo, cuando aquello que se quiere representar o expresar es algo no causal, ausente o imposible de sentir, en otras palabras, cuando el significado es imposible de presentar  y el signo solo puede referirse a  un sentido y no a una cosa sensible. (3).

Aparece así, más allá de la simple imagen, la imagen simbólica, como  una forma de comunicación con los arquetipos, definidos estos últimos como  esas ideas atemporales que buscan en las diferentes formas simbólicas, a manera de espejo, una posibilidad de refracción de algo de ella; y al mismo tiempo la posibilidad de significar elementos temporales. De allí que no sea una simple convención, sino que se presente de manera natural, pero pluridimensional y polimorfa. La imagen simbólica asoma entonces como un significado de algo inefable e invisible, que al representar lo irrepresentable, transfigura una representación concreta a un sentido totalmente abstracto, convirtiéndose así en la epifanía de un misterio.(4).

El poder de la imagen, ha sido descrito por varios filósofos a lo largo de la historia. Rescataremos la concepción de G Bruno, filósofo italiano del siglo XVI D..C para quien las imágenes son la concreción de las sobras de los arquetipos que se reflejan en la mente. Dichos arquetipos al ser imágenes de la naturaleza y del mundo de las esencias platónicas, tienen una energía propia y por lo tanto sus imágenes tienen igualmente una energía propia. La imaginación seria entonces, la capacidad para enlazar  mundos; punto de relación entre lo universal y lo particular.  Estas imágenes según Bruno, cuando son debidamente organizadas en el interior del hombre procuran en el alma energías procedentes del mundo superior, permitiendo establecer vínculos con el mundo sagrado. (5).

Asimismo, como lo muestra Gilbert Durand en su obra Las estructuras antropológicas de la imaginación dichos arquetipos son universalmente compartidos:

Las fases de la imaginación individual o lo modelos de la expresión de la imaginación colectiva, las posibilidades de retorno arquetípico, de conversión de un régimen a otro, ponen en evidencia la universalidad y la atipicidad tanto psíquica como social, de los grandes arquetipos.(6).

De esta manera, según el autor, los arquetipos son los que posibilitan no sólo todo proceso de creación humana, sino que además son los que vivifican y estructuran los conceptos de la historia, encontrándose por tal motivo en la raíz de todo proceso de conciencia humano. (7).

Así, cuando el nivel de realidad al que se quiere tener acceso supera la posibilidad de descripción y representación, llega la imaginación simbólica, como única vía de acceso a este plano. Los símbolos solidarizan las realidades aparentemente heterogéneas refiriéndolas todas a una realidad más profunda que es su última razón de ser (8), permitiendo a nuestro espíritu una vivencia particular de experiencias, inaccesible en otro contexto y de otras formas. 

Desde este punto de análisis, la imaginación simbólica, abre paso al mundo de lo sagrado, entendiendo éste como la capacidad de ver aquello que invisiblemente se aparece ante nosotros, carga de sentido al mundo, lo anima, y lo sustenta. El mundo sagrado, es el mundo de los símbolos, espacio en el que se relacionan los niveles de realidad, y único lugar posible donde se transmuta el ser, se vencen los límites creados por la falsa separatividad y se conoce más allá de la razón, como única vía de verdad.

La Imaginación simbólica, posibilita la generación de nuevas formas, únicas capaces de globalizar, simbolizar, y asumir la contradicción, más allá de los opuestos. Es el punto en el que converge lo no convergible, se sintetiza lo no sintetizable; es la única capaz de asumir las contradicciones, y transformar, permitiendo integrar a la conciencia la paradoja, y posibilitando los accesos a la transformación interior.

La imaginación como capacidad, propia de lo humano e innata en él, se presenta a este punto como la salida que tiene el hombre, no solo para ampliar sus propios paradigmas que lo limitan y condenan a una serie de respuestas automáticas y programadas por la masificación de la cultura, sino  en la única forma posible de generar hombres y sociedades conscientes de su papel en el mundo, poseedores de autonomía y generadores de nuevas formas con las cuales reconstruir un mundo desgastado.

Urge recobrar la mirada al hombre, apartándose del sentido y retornando a la interioridad. Petrarca

El problema humano reside en que el Hombre Interior duerme, y nos preguntamos qué podemos hacer para despertarlo. D.S.G

En la actualidad las sociedades y el hombre se ven expuestos a múltiples estímulos sensoriales que hacen socavar la posibilidad de interioridad y reflexividad consiente. La rapidez del mundo, la publicidad y la forma cultural del consumidor, alejan de la imperiosa necesidad de concienciar el mundo interior, de construirlo y dialogar con él. El ser humano no encuentra nada para explorarse, caído en la desesperanza del mundo, se refugia en el exterior como la inminente salida a su falta de sentido, y pone en el afuera sus posibilidades de construir identidad, siendo con esto manejable, permeable y dominable por el viejo sistema y los gastados paradigmas. Tal como lo ilustra Platón, filosofo griego  del siglo IV a. C en el mito de la caverna, el hombre se encuentra encadenado a un teatro de sombras.

Si bien, podríamos decir que todos tenemos un universo interior, que está constituido por un sin fin de imágenes en las que están las experiencias vividas,  las ideas, los sentimientos, las creencias entre otros aspectos, este espacio íntimo es inconsciente y por lo tanto inexistente para muchos en la actualidad.

Como todo punto de conciencia en el hombre, el mundo interior no se nos es dado, sino que por el contrario hay que construirlo, y parte del desafío de esta obra se encuentra no sólo en concienciar dicho mundo, sino además en elegir lo que debe estar allí, y para ello la imaginación es la herramienta por excelencia que permite esta labor.

Nuestro mundo interior está formado de imágenes, que como ya dijimos anteriormente, nos remiten a ideas, y de igual manera dichas ideas son integradas a partir de imágenes. Construir interioridad implica tener la capacidad de elegir qué tipo de imágenes queremos guardar como referentes, pues se convertirán en los ejes de nuestra existencia en tanto contenedoras de nuestra visión del mundo, y motoras de la forma particular en las que nos relacionamos con la vida. 

Igualmente,  el acercamiento consciente a un tipo de imágenes simbólicas, que como dijimos son reflejos de ideas atemporales, le permite al ser humano obtener una dimensión distinta de la existencia y del ser, lo verticaliza y por lo tanto recobra un sentido trascendente frente a la vida, tan dilucidado en nuestro momento actual.  Así, la transmutación humana es posible desde el acto imaginativo, pues produce efectos tan reales que puede “modelar” al sujeto que imagina (…) y vierte al hombre en la forma (cuerpo mental) imaginada por él. (9).

Es imposible pensar en un acceso a la imaginación simbólica como vía de transformación humana, si no existe una mínima construcción de un espacio interior, pues es la única posibilidad de transformar el sujeto pasivo en un individuo activo y consciente de su poder transformador

Hermes, divinidad antigua de posible origen tracio (10), se presenta con múltiples funciones y simbolismos, entre ellos el de ser protector de la imaginación, como aquello específicamente humano. Se abordarán en este trabajo algunos de los aspectos de esta deidad, y su relación con la vía de la imaginación.

La gruta es el espacio relacionado con el Dios Hermes. En tanto que corazón de la montaña, matriz de la tierra, la gruta es el lugar revelador del mundo invisible, donde se gesta y se transforma. Este lugar es el espacio en el que se comprende y se vive la analogía y el pensamiento simbólico.

 Si la imaginación es la posibilidad de conexión con el mundo invisible y sagrado, este proceso simbólico se da en la gruta interior, en el espacio de Hermes. La deidad es la que permite el acceso a este espacio, pues es su lugar de dominio. Es en esta gruta en la que puede transmutarse el pensamiento, vivir la paradoja, escaparse del paradigma reduccionista, en el que impera el “o” como disyuntiva y comienza a reinar el “y” como complementariedad y armonización de lo contrario. La vía de Hermes es la vía hacia la gruta, hacia el interior, hacia la matriz del mundo invisible, esa vía se recorre a través de la imaginación simbólica.

La vía de Hermes no es la razón. Por el contrario,  es el camino de la intuición, en tanto que capacidad de comprender y vivir la complementariedad, de saltar y unir aquello que en apariencia es irreconciliable, de “raptar”  lo que se necesita para llegar a la comprensión. Hermes se convierte en un espacio de aventura, innovación, ya que es el que encuentra y abre nuevos caminos,  y por lo tanto, genera nuevas formas. Lo descrito anteriormente sintetiza la capacidad de imaginación, como posibilidad de gestación de nuevas formas, nuevas vías de acceso al conocimiento.

Como se describe anteriormente, el límite es el lugar de Hermes, por ello es la deidad de la alquimia, ya que permite el paso de un estado a otro. El proceso alquímico se evidencia cuando el hombre muere a un estado y tras un proceso de búsqueda, se transmuta frente a una nueva verdad. Este proceso lo conduce Hermes, como aquel que permite la reconciliación con la sombra y la destrucción, para generara una nueva  construcción. Cuando el hombre encuentra una nueva verdad, su mirada cambia inexorablemente, pues algo en él se ha transmutado.

Uno de los roles más conocidos de la deidad, es el de ser el mensajero de los dioses. Hermes tiene la facultad de viajar a través de los mundos y conectarlos entre sí, cumpliendo siempre un papel de intermediario y mediador. Pasar una frontera implica la capacidad de ir más allá de lo que el límite exige, tener la capacidad de ver los puntos de conexión por los que se pasa de un estado a otro. Todo esto es propio de la capacidad imaginativa.  La imaginación traspasa las fronteras humanas, quiebra viejos paradigmas y encuentra el acceso a nuevas formas de pensar. Situada en la dimensión que reúne los contrarios, la imaginación entiende la paradoja y la unión de los mundos.

Se ha ilustrado en el presente trabajo, como la imaginación es la herramienta por excelencia que nos permitirá hacerle frente al desgastado mundo y a sus viejas ideas. El mundo hoy, más que nunca, necesita un retorno a la vía de la imaginación, es decir un retorno a Hermes, que en su rol de intermediario, nos permita la creatividad, la innovación, la movilidad de la riqueza interior, y el acceso al conocimiento, al mundo invisible y  al mundo sagrado.

Pero la imaginación es una conquista del mundo interior, y por lo tanto no nos está dada a la manera simple de regalo. Todo hombre tiene la posibilidad de utilizar el poder de la imaginación, pero el acceso a ella como espacio de transmutación alquímica, es un viaje, en el que la gran puerta de acceso está dada por nuestro acercamiento al mundo simbólico y por nuestra capacidad de tener un verdadero mundo interior. El llamado es entrar en la vía de Hermes,  retornar a la gruta y a configurar nuevas formas de pensamiento que permitan al hombre de hoy hacerle frente al mundo.

Hay una sociedad que está vieja y que agoniza, que se agota con el paso del tiempo profano que adormece y se derrumba. Por las fisuras de ese viejo mundo emerge la mirada tímida pero inexorable de un hombre nuevo. Ese hombre que será nuestro futuro, ese hombre que es la esperanza, hay que darle nacimiento. El parto es doloroso, porque implica la muerte de viejas formas y viejos paradigmas, pero con la claridad  del discipulado se ve el fulgor del futuro en sus ojos.

(1 y 2) Steinberg Guzmán, Delia. “Recuerdos y reminiscencias” (En línea). Disponible en web:  http://www.nueva-acropolis.es/filosofia/escuela/Recuerdos_reminiscencias_2.htm

(3) Durand, Gilbert. “La imaginación simbólica”. Paris 1968. Luca Editores. Pág.13.

(4) Schwarz “La imaginación simbólica”. Paris 1968. Luca Editores. Pág. 15.

(5) Muñoz Gutierrez, Carlos. “Giordano Bruno el arte de la memoria” (En línea) Disponible en web http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/artebru.pdf. Pág. 6.
(6) Duran, Gilbert: “Las estructuras antropológicas de lo imaginario”. Paris. 1979. Editorial Tauros 1981. Pág.373 .

(7) Duran, Gilbert: “Las estructuras antropológicas de lo imaginario”. Paris. 1979. Editorial Tauros 1981. Págs.359-378.

(8) Schwarz, Fernando :Mitos, ritos y símbolos. Antropología de lo sagrado” Buenos Aires. 2008. Editorial Biblos. (Pág. 95).

(9) Corbin, Henry “La imaginación creadora en el sufismo de Ibn “Arabi”. (En línea) 2006 Disponible en web http://www.arsgravis.com/detall.php?id=138

(10) Schwarz “La imaginación simbólica”. Paris 1968. Luca Editores. Pág. 1).

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Corbin, Henry “La imaginación creadora en el sufismo de Ibn “Arabi”. (En línea) 2006 Disponible en web http://www.arsgravis.com/detall.php?id=138

Durand, Gilbert. “La imaginación simbólica”. Paris 1968. Luca Editores.

 Duran, Gilbert: “Las estructuras antropológicas de lo imaginario”. Paris. 1979. Editorial Tauros 1981.

Muñoz Gutierrez, Carlos. “Giordano Bruno el arte de la memoria” (En línea) Disponible en web http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/artebru.pdf

Schwarz, Fernando. “Rol, estilo y funciones del Dios Hermes” 1989. Monografía del I. Hermes.

Schwarz, Fernando :Mitos, ritos y símbolos. Antropología de lo sagrado” Buenos Aires. 2008. Editorial Biblos.

Steinberg Guzmán, Delia. “Recuerdos y reminiscencias” (En línea). Disponible en web:  http://www.nueva-acropolis.es/filosofia/escuela/Recuerdos_reminiscencias_2.htm
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