Ciudadanía Global, una alternativa filosófica a la globalización

Johanna Bernhardt

El mundo está más cerca que nunca. Todo se ha vuelto global: la economía, la política, la ciencia, así como la vida privada de cada individuo. La globalización es el término técnico para ello, a menudo tan usado, que ya no es posible una discusión objetiva. Hemos estado tan en contacto con ella y sucede, lo que ocurre con tantos fenómenos relacionados. Silenciosamente consiguen ser parte de nuestras vidas. Corrientemente, aquellos aspectos que amenazan nuestra buena vida, están en la parte superior de la lista de prioridades y luego también desaparecen, sin pensarlo, en el subconsciente.

Todos nos beneficiamos de la globalización, al menos, en el Occidente globalizado. Nunca antes fue posible que tantas personas pudieran viajar libremente y ver otras partes del mundo. Nunca antes fue tan fácil, obtener las cosas provenientes desde el último rincón de este planeta. Nunca antes fue tan fácil el intercambio de conocimientos e información de todo el mundo. Pero ¿ cómo lo manejamos? Para muchos, las 1.000 oportunidades se dan por sentado, sin ningún valor particular. Otros desarrollan una especie de consumismo insaciable, en lo que se refiere a los productos baratos del Lejano Oriente, viajes de larga distancia o a los conocimientos disponibles a nivel mundial. Más aún, las sombras de la globalización se encuentran más cerca y nos exigen que las enfrentemos en alguna forma. Ya se trate de las consecuencias globales de décadas de sobreexplotación de los recursos naturales. Ya se trate de los movimientos globales de migración, de salir huyendo de la guerra y de la escasez de recursos en el «Dorado Oeste». Y ¿ cómo lo manejamos? Algunos ignoran la realidad con el fin de no ser molestados en su cómoda vida. Algunos se polarizan y se vuelcan a la resistencia abierta. Muchos tienen miedo. Esos temores no diferenciados a lo desconocido, a lo extranjero, el profundo temor del pequeño ego, que siempre tiene miedo de perder algo. Pensamos que el mundo está más cerca, pero probablemente sólo sea físicamente. Humanamente estamos más separados que nunca. Delia Steinberg Guzman, nos da un aleccionador resumen : «El mundo entero se ve ensombrecido por la nube del gran separatismo, la gran fragmentación.» (DSG, 2015). Pero es el mundo, en el que vivimos y la globalización es parte de él. No podemos elegir si nos ocupamos de ella o no. Pero podemos elegir cuándo y con qué actitud interior.

La actitud ante la Ciudadanía Global ofrece un posible enfoque. Se trata de un acceso abierto, consciente, lo que hace visible las posibilidades de nuestro tiempo y, por lo tanto, al mismo tiempo, la vuelve valiosa. No ignora las dificultades, sino que proporciona una plataforma para enfrentarla. Así, en palabras de la UNESCO: «La Ciudadanía Global se refiere a un sentido de pertenencia a una comunidad más amplia y a una humanidad común, la promoción de una ‘mirada global’ que vincula lo local a lo global y lo nacional a lo internacional. Es, por lo tanto, una forma de entender, actuar y relacionarse a sí mismo con los demás y con el medio ambiente, en el espacio y en el tiempo, sobre la base de los valores universales, a través del respeto a la diversidad y el pluralismo» (UNESCO, 2014).

La ciudadanía global es, pues, un enfoque filosófico que considera al mundo como un todo y a cada individuo, no obstante, su diferencia en apariencia, cultura, y religión, como parte de esta gran familia de la humanidad. Al igual que el filósofo chino Confucio dijera hace 2,500 años: «Todos los seres humanos son hermanos a través de los cuatro mares.»

1.2. Motivación y estructura del trabajo

Lo que me inspira más acerca de la Ciudadanía Global no es romanticismo social ingenuo, sino lo referente a la pregunta, ¿ cómo podemos vivir juntos, cómo podemos aprender unos de otros y complementarnos entre nosotros a través de la diversidad? Es una pregunta, planteada por la actual situación diaria y de forma muy directa, a través de los movimientos de refugiados y otras consecuencias de la globalización. No sólo a mí como persona particular, sino especialmente a mí como Acropolitana. Como Viktor Frankl dice: «La vida nos cuestiona cada día. Depende de nosotros el responder». En nuestro ideal filosófico y en la práctica filosófica se proporcionan muchas posibles respuestas. Pero el principal impulso fue dado por nuestro Director Nacional Hannes Weinelt, cuando estableció la idea de elaborar un programa filosófico sobre Ciudadanía Global.

Por lo tanto, las preguntas prácticas que guían el trabajo son:

  • ¿Cómo puede la idea filosófica del ciudadano del mundo estar vinculada con la concepción moderna de la Ciudadanía Global?
  • ¿Qué tipo de conocimientos, valores y competencias necesita una educación para la ciudadanía global?
  • ¿Cómo puede la Educación para la Ciudadanía Global conducir a la transformación?

La primera parte trata con el concepto de Ciudadanía Global y sus raíces en la filosofía de la Antigüedad, de la Ilustración y de la filosofía actual. Posteriormente, se examinan los principios y objetivos del enfoque de la UNESCO y se ponen en relación con los principios filosóficos. Los tres dominios del aprendizaje, tal como se propone en la Educación para una Ciudadanía Global, son el contenido del siguiente capítulo. Allí se hace la pregunta: ¿ qué conocimiento, valores y habilidades se necesitan y cómo se les puede transferir a un concepto de una educación filosófica? Este artículo se concluye con una breve reflexión alrededor del principio de la unidad.

El origen de la idea del ciudadano del mundo se encuentra en la palabra griega «cosmopolitas». Un término que incluye dos conceptos filosóficos. En primer lugar, la idea de «polités», el ciudadano, que tiene derechos y obligaciones como habitante de una Polis. Sus responsabilidades incluyen tanto el aspecto privado, como el de la vida pública. A diferencia de los llamados «idiotes» que sólo se preocupan por sí mismos (Töchterle, 2015). La segunda idea se refiere al «cosmos». Los griegos, en un sentido estricto, lo entendían como mundo, pero también como universo. Teniendo en cuenta el profundo conocimiento de la naturaleza y el universo, que los antiguos griegos tenían, el carácter global de esta idea es evidente. Un cosmopolita no era sólo alguien al que le gusta viajar, tal y como se utiliza el término hoy en día, sino uno que tiene una comprensión más profunda de los cielos y de la tierra (Appiah, 2009).

Hay diferentes comportamientos, que introdujeron el término por primera vez. Algunos sostienen que fue Sócrates. Cuando se le preguntó, si él era un ateniense, se dice que respondió: «No soy ni ateniense ni griego, soy un cosmopolita.» Es interesante en la medida, en que Sócrates no viajaba. Él tenía la opinión de que todo el mundo, lo que significa todo tipo de personas, están representadas en Atenas. Lo que subraya aún más, que lo cosmopolita no se entiende como un comportamiento específico, sino como un modo de pensar interior. Otros atribuyen el origen de esta visión del mundo a los Cínicos, que tomaron aspectos de la filosofía socrática y la interpretaron a su manera. Pero a diferencia de Sócrates rechazaban todos los lazos con el colectivo, porque pensaban que las obligaciones ante la familia y la polis conducían a vínculos que impedían el camino a la felicidad.

Su concepto de cosmopolitismo se refiere más a una especie de libertad externa, lo que debería dar lugar a la libertad interior. Cuando Diógenes de Sínope, probablemente el más conocido Cínico, dice como Sócrates: «Soy un cosmopolita,» hay un matiz, lo que podría interpretarse como desprecio por las convenciones sociales y una especie de escape en la inmensidad del mundo.

El cosmopolitismo se convierte en un programa en la época del Imperio Romano, el cual se enfrenta a muy diferentes desafíos, tales como la polis griega. Muchos pueblos con diferentes valores culturales y religiosos tienen que estar unidos bajo una idea común. No es de extrañar que la filosofía estoica con su enfoque ecléctico y cosmopolita, se vuelva cada vez más importante y comience a conquistar a todos los niveles de la sociedad, desde el esclavo al emperador. Marco Aurelio, probablemente uno de los representantes más conocidos de la filosofía estoica y emperador de un estado multiétnico, extrae una conclusión notable en sus Meditaciones: » Si la inteligencia nos es común a todos, la razón por la cual somos criaturas racionales nos es igualmente común; en consecuencia, una misma razón nos prescribe lo que se debe hacer o evitar. Esto admitido, una ley común nos gobierna; somos ciudadanos que vivimos sometidos a un cuerpo político común; luego el mundo entero no es más que una gran ciudad. En efecto, ¿de qué otro cuerpo político común podríamos decir que forma parte el género humano?» Marco Aurelio, que llegó a conocer a personas muy diferentes en sus campañas militares, descubre algo que tenemos en común, más allá de la cultura y el status, la razón humana. Y así descubre un punto de partida, desde donde la convivencia humana se puede construir – un pensamiento que Inmanuel Kant retomará más adelante.

Epicteto también un filósofo estoico, pero con un historial personal completamente diferente al de Marco Aurelio – él era un esclavo – retoma la idea del ciudadano del mundo también. Deduce de una manera diferente: «Si esto es cierto, lo que la filosofía dice acerca de la relación de las personas con Dios, entonces no se corresponde que, a una persona, si se le pregunta, ¿de qué patria es él, nunca debería responder, que es un ciudadano de Atenas o Corinto, sino «como Sócrates solía decir, un ciudadano del mundo”. También detrás de ello se encuentra una gran idea atemporal. Nosotros, los seres humanos tenemos un origen común. Sin importar, si lo llamamos Dios, o el Uno o Alma del Mundo, nos unifica. Si somos capaces de imaginarnos grandes, tal vez incluso relacionados con Dios, nuestra convivencia está motivada por una altura interior y no sólo por las normas y estándares externos. Por lo tanto, el cosmopolitismo es un estado de conciencia.

En la Ilustración, la idea de la Ciudadanía del Mundo revive de nuevo. El ciudadano informado no sólo es residente de un solo estado, sino de todo el mundo. Esta idea está inseparablemente vinculada con el filósofo alemán Christoph Martin Wieland. Fue uno de los pensadores más influyentes de su siglo y fue celebrado como el «Voltaire alemán». «Los cosmopolitas consideran que todos los pueblos de la tierra son como ramas de una misma familia, y el universo como un estado, donde ellos son ciudadanos junto con otros innumerables seres racionales. En virtud de las leyes generales de la naturaleza fomentan la perfección del todo, a través de cualquiera que trabaja en su propio camino para su propia prosperidad « (Wieland, 1785). Esta declaración contiene tanto: un ideal humanista, que ve a la humanidad como una gran familia, como también presenta las características de una filosofía individualista en el estilo de Diógenes, a quien Wieland dedica el libro «El Testamento de Diógenes de Sínope».

Ningún pensador de la Ilustración, influyó más en la idea de la ciudadanía del mundo que Immanuel Kant. Al igual que Sócrates, nunca salió de su ciudad natal Königsberg, pero desarrolló un amplio y previsor concepto que llega hasta el presente. El enfoque de Kant es a la vez ética y político, y se guía por la convicción de que el hombre puede vencer la guerra. «La naturaleza ha instalado el desacuerdo de los hombres, incluso de las sociedades más grandes y los órganos de gobierno (…), con el fin de encontrar un estado de paz y seguridad en el antagonismo inevitable (…): para salir del estado sin ley de salvajes y que entrara en una Liga de Naciones, donde cualquiera, inclusive el Estado más pequeño, pudiera esperar seguridad y derechos» (Kant, 1795). En su tratado «A la paz eterna», desarrolla todo un programa, de cómo la cohabitación pudiera funcionar en un mundo cada vez más globalizado, con las ideas básicas, tales como:

  • Los ejércitos permanentes deberían desaparecer, por completo, con el tiempo = desarme 
  • Ningún Estado debe ser adquirido por otro mediante compra, permuta o donación 
  • Ningún Estado podrá interferir violentamente en la constitución de otro
  • Las leyes internacionales se deberán fundamentar en una federación de estados libres = Sociedad de las Naciones
  • Se deberán limitar los derechos del Cosmopolita a la hospitalidad general (derechos de visita) = contra el imperialismo.

Kant no sólo avala el camino al desarme y la condena del imperialismo, sino que también construye la base del Derecho Internacional y de las Naciones Unidas. Pero lo que realmente conecta a los humanos no son ni las leyes ni los acuerdos internacionales, sino la razón humana, como se esboza en su Imperativo Categórico. Que cerca se encuentran estos pensamientos de los del filósofo estoico Marco Aurelio.

Lo que los filósofos pensaron, durante siglos, en forma adelantada bajo el término «cosmopolitismo», parece manifestarse de nuevo en «Ciudadanía Global». Pero ¿se puede seguir hablando de la misma idea? ¿Han cambiado los desafíos, en nuestro mundo globalizado, de una manera tan fundamental que la ciudadanía global es un nuevo concepto? Uno puede responder con un «sí» y con un «no». El diseño concreto ha cambiado, pero la idea sigue siendo la misma. Una idea que siempre se ha presentado bajo dos caras: la individual, más bien moral filosófica y la social, más (socio-) política. Wintersteiner, por ejemplo, distingue entre «cosmopolitismo individual y estructural» (Wintersteiner, 2012). Otros autores utilizan términos que van en la misma dirección, como «suave en comparación con la ciudadanía global crítica» (Andreotti, 2006), «humanitaria frente al enfoque político» (Dobson, 2005), «moderna frente a la ciudadanía diversa» (Tully 2008). Antes de agregar el punto de vista filosófico, se presenta un breve resumen de lo que significan los dos enfoques.

Este enfoque se centra en el individuo que debe desarrollar las cualidades humanas de un ciudadano del mundo. O como se describe en la historia profesional de Oxfam: «Un ciudadano del mundo es alguien, que es consciente de un mundo más grande y tiene una idea de su papel como ciudadano del mundo.» Pero, ¿es suficiente con tener un sentido del todo? Se vuelve mucho más claro, si ponemos en duda los rasgos que caracterizan al ciudadano global. Se trata de un conjunto de conocimientos, valores y habilidades, estrechamente relacionados entre sí. Por supuesto, para vivir y actuar como ciudadano del mundo, como un individuo, con libertad de elección y a quien se le puede reclamar en cualquier momento. Esta es una de las principales críticas que diferentes autores expresan, así como el débil impacto en la transformación global de la sociedad. (Wintersteiner, 2012)

A estos críticos se les encuentra en el enfoque estructural, cuando preguntan por las condiciones sociales de la ciudadanía global. Brinda un ojo crítico a las crisis internacionales, los problemas y eventos subsecuentes y cuestiona las desigualdades legales y políticas en el mundo. Pero si la ley fuese a entrar en vigencia, se necesita de un status, el status de un ciudadano con derechos y obligaciones. Entonces, ¿es el objetivo crear un status jurídico de los ciudadanos del mundo? Esta idea está, probablemente, situada en la esfera de las utopías, menos como un absoluto, sino más bien como una utopía concreta. Concreta en la medida, al igual que en las condiciones de los contextos y estructuras diferentes que ya se han establecido, que fomentan una ley común a nivel global:

  • La Declaración de los Derechos Humanos (1948), que ofrece un espacio jurídico internacional
  • La fundación de las Naciones Unidas (1945), con sus sub-organizaciones como base de las relaciones internacionales
  • La Sociedad Civil Global, que se organiza sobre las ONGs activas a nivel internacional y apoya el desarrollo de una conciencia política concreta (Wintersteiner, 2012).

Aunque puede haber preferencias por uno u otro enfoque, no se trata de un «éste – o». Para la visión de un mundo justo y pacífico, ambos son necesarios. La actitud interior del individuo, que se siente responsable de la imagen más grande. Y el marco político, o al menos la utopía, la forma global de la convivencia podrían tener éxito. En otras palabras, Kant ya esbozó la idea del ciudadano del mundo ético y político y, para ello creó realidades, al menos el modelo.

Si la Ciudadanía Global no quiere ser simplemente otro programa prescrito, de arriba hacia abajo, barrido por el viento de la historia, se necesita un anclaje integral en la cabeza, en el corazón y en el hacer. Se trata de aprender en un sentido holístico, que siempre comienza en el nivel individual.

La idea de que una comprensión más profunda del mundo tiene que empezar con la educación no es nueva. El aprendizaje intercultural, la educación global, la educación para la paz o la educación cívica son conceptos con un lugar fijo en la educación. La Educación para la Ciudadanía Global (ECG) es más, en la medida que integra y conecta los diversos enfoques y les da una orientación inequívoca. Se logró un hito, cuando el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, definió la Educación para una Ciudadanía Global como una de las tres prioridades de su iniciativa de educación «Educación Primero».

«La educación es la principal fuerza impulsora para el desarrollo humano. Mi nueva iniciativa Educación Primero tiene como objetivo dar un «gran impulso» al movimiento global por la educación. La iniciativa se centra en tres prioridades (…) En tercer lugar, el fomento de la ciudadanía global. La educación es mucho más que una entrada al puesto de trabajo en el mercado. Tiene el poder para dar forma a un futuro sostenible y un mundo mejor. Las políticas educativas deben promover la paz, el respeto mutuo y el cuidado del medio ambiente» (Ban Ki-moon; 2012).

Otro hito, especialmente por la aplicación práctica, es que la UNESCO hace que la ECG sea uno de los focos de sus pautas educativas. Al igual que en la «Educación para el Desarrollo Sostenible» de la UNESCO que no define nuevos contenidos de aprendizaje, sino que motiva a ver con diferentes ojos a la educación.

  • Deberían ser transformadores, con el fin de provocar un cambio real
  • Transmiten conocimientos deseados, valores, actitudes y habilidades para que las personas puedan contribuir a un mundo más justo, más pacífico y más inclusivo
  • Piden una perspectiva de aprendizaje permanente, a partir de la primera infancia a través de todos los niveles educativos (escuela, universidad, formación profesional)
  • Integran maneras formales e informales de aprendizaje: las instituciones educativas clásicas y programas de estudio, así como el aprendizaje de cada día, el aprendizaje a través de conferencias, proyectos, iniciativas
  • Desarrollar una comprensión de gobernabilidad, de los derechos y de las responsabilidades globales, de los problemas globales y de las relaciones entre los sistemas y los procesos globales, nacionales y locales
  • Percibir y apreciar las diferencias y las múltiples identidades, como la cultura, el idioma, la religión, el sexo, y desarrollar nuestra humanidad común de vivir en un mundo cada vez más diverso
  • Desarrollar y aplicar las habilidades críticas para ser un ciudadano responsable: investigación crítica, tecnologías de la información, alfabetización mediática, el pensamiento crítico, la toma de decisiones, resolución de problemas, negociación, aceptar el proceso pacificación, la responsabilidad personal y social
  • Descubrir y tamizar las creencias y valores, y cómo afectan a la toma de decisiones políticas y sociales
  • Desarrollar la percepción de la justicia social y la participación ciudadana; desarrollar actitudes de empatía y preocupación por los demás y por el medio ambiente y el respeto por la diversidad
  • Desarrollar valores de equidad y justicia social y habilidad para analizar críticamente las desigualdades; participar y contribuir a los desafíos globales actuales a nivel local, nacional y mundial como un ciudadano informado, comprometido y responsable.

Para lograr estos objetivos generales, la concepción de la UNESCO se centra en los cuatro pilares del aprendizaje, definidos en el programa «El Aprendizaje encierra un tesoro» (PNUMA, 2012):

… Aprender a conocer

… Aprender a ser

… Aprender a hacer

… Aprender a vivir juntos

Lo interesante de este enfoque es la equivalencia de los diferentes tipos de aprendizaje. El aprendizaje ya no sólo está reducido al conocimiento puro, sino que integra las diversas facetas de la preparación para la vida.

Esto abre oportunidades para aquéllos que no participan por más tiempo o que nunca han participado en el proceso educativo de forma activa. Es una oportunidad para las personas de edad, para los pobres y para las personas que aprenden educación general a distancia. Y es, además, una oportunidad para el aprendizaje variado.

Con base en los cuatro pilares se definen los tres dominios del aprendizaje, como un paso más hacia una visión global del aprendizaje. El hombre es un todo y el aprendizaje, por lo tanto, tiene que cubrir todos los aspectos de la vida humana – Aprender con la cabeza, con el corazón y con las manos.

Conectar el enfoque de la ECG y el enfoque de la filosofía natural tiene sentido. Hay muchos paralelismos en el nivel de los objetivos, ya que ambos se basan en una visión del mundo humanista. Puede haber diferencias en el nivel de aplicación práctica. Pero, ¿ cuáles son exactamente las líneas de conexión?

Dominios del Aprendizaje UNESCOLa Humanidad como una unidad AntigüedadPrincipios fundacionales de la OINAMódulo de sobrevivencia de la OINA
Aprendizaje Socio- emocionalMente1. PrincipioValores
Aprendizaje cognitivoAlma2. PrincipioConocimiento
Comportamiento del AprendizajeCuerpo3. PrincipioHabilidades

El enfoque de la UNESCO refleja la antigua visión holística del ser humano como una unidad de tres aspectos. El filósofo Heródoto marcó esta imagen hace casi 2.000 años, que aún está vigente, humanos como una unidad de:

Nous mente

Psique alma

Soma cuerpo

A pesar de que no tenemos el nivel metafísico para entender la intención más profunda de Heródoto, es coherente encontrar paralelismos entre los tres aspectos del Ser Humano y los tres dominios del aprendizaje. A este respecto, nos encontramos con la confusión sobre el alma, la mente y el espíritu, lo que se ha discutido durante siglos. Al lado de los términos simples se refleja un dilema mucho más amplio de nuestra sociedad. La mente se equipara con el intelecto y todavía se considera como el más alto nivel que los seres humanos son capaces de alcanzar. Al mismo tiempo, existe un creciente deseo por algo que está más allá de nosotros mismos, que tiene la universalidad y eternidad, tal vez la dimensión espiritual. Este algo indefinido se atribuye a la esfera de las emociones, ya que es el único dominio, donde se permite la intuición. Los valores, que son tan difíciles de comprender, se clasifican en la misma categoría. No es mi objetivo discutir la confusión conceptual, pero es necesario tener en cuenta que los tres dominios tal vez contienen más de lo que parece a primera vista.

Se vuelve más interesante, si se enlazan los tres dominios del aprendizaje con los tres principios de la OINA. Aunque no sería correcto, asumir una relación 1: 1.

3er. Principio: Para activar las capacidades latentes de uno mismo, con el fin de integrarse mejor en la naturaleza, con el objetivo de convertirse en un mejor ser humano: ¿No tiene paralelismos con el aprendizaje del comportamiento, cambiar lo potencial en acciones proactivas por medio de iniciativas propias?

2do. Principio: El estudio comparativo de las ciencias, las religiones, las artes y la política con el objetivo de desarrollar la apreciación y el respeto por la diversidad. Aquí se hace hincapié en el aspecto del conocimiento y la comprensión, que se muestra en el concepto de la ECG en el nivel cognitivo.

1er. Principio: Para llegar a un núcleo de fraternidad universal, sin distinción de raza, sexo, religión u origen. Es la visión que queremos alcanzar, tanto dentro de la OINA, así como en la UNESCO: una sociedad que viva en paz y respeto mutuo, en pocas palabras: un mundo mejor.

Cuando Jorge Ángel Livraga escribió en 1979, su artículo sobre la Nueva Edad Media, nadie pensó que sería la globalización que se anunciaba. Justamente la apertura global y conectividad sin precedentes elevaron las esperanzas de que nos estábamos acercando a una Edad de oro de la fraternidad universal. Y ello obstruyó la visión de que la caída golpearía con tanta velocidad y poder como la propia globalización. JAL no sólo describió el escenario de la Nueva Edad Media, que es una realidad ahora, 30 años más tarde, sino que también creó una visión realista. Tal y como ha sido el deber de las escuelas de filosofía en todo momento, para superar la Edad Media, la OINA debe ser un módulo de supervivencia para nuestro tiempo. Una especie de arca, llevando algo de valor de una época a la siguiente: Valores, Conocimientos (prácticos), Competencias.

Pero no como letra muerta. Si un nuevo tiempo surgirá de las semillas, éstas tienen mantenerse con vida. Mantener con vida es vivirlo, practicarlo (JAL, 1979). Como tal, la misión del cosmopolita se vuelve aún más importante. Su tarea no sólo está relacionada con el presente, sino también con la preservación de lo mejor para las futuras generaciones y quizás edades.

Los objetivos de la UNESCO son grandes y tienen un gran atractivo. Sin embargo, son palabras clave que enfrentan el peligro de permanecer en el meta-nivel de los discursos y declaraciones comúnmente aceptadas. Para establecer el verdadero aprendizaje en movimiento, se necesita el desafío de la práctica. La práctica demuestra, dónde realmente se puede fijar el concepto de la Educación para una Ciudadanía Global, pero también muestra los límites y debilidades. En este punto, cuando hago surgir un ejemplo práctico, lo hago a lo largo de los tres dominios del aprendizaje y con una doble intención. ¿Qué elementos del enfoque de la UNESCO y qué actitudes en particular se deben considerar en un enfoque filosófico de la Educación para una Ciudadanía Global?

Sin lugar a dudas la ECG necesita una profunda base de conocimientos sobre interrelaciones globales y la actualidad. Nótese, sin embargo, que en nuestra sociedad de la información digital e inter-vinculada el conocimiento es casi ilimitado y está disponible en todas las calidades. De allí que, el aprendizaje en el sentido de la ECG, significa, en primer lugar, un uso crítico y responsable de la información.

Encontrar la pista: Tenemos que aprender a distinguir, a clasificar y a separarnos de la omnipresente inundación de la información. Es imposible mantener actualizadas, al mismo tiempo, todas las cuestiones, tales como: el cambio climático, la migración, los acontecimientos políticos y legales. Por otro lado, también es necesario tener conocimiento de lo que sucede en el mundo, con el fin de entender por qué la filosofía puede ofrecer, precisamente en nuestro tiempo, vías y soluciones. Por lo tanto, es una cuestión de importancia la de encontrar el hilo conductor dentro de la información aparentemente no relacionada, y la perspectiva atemporal que cambia la información en conocimiento. El segundo principio de los Principios Fundacionales de la OINA es un buen enfoque para eso.

No perder la visión: sobre todo en el contexto de la formación política, se le da mucho énfasis a una actitud crítica y centrada en el problema. Es importante conocer las crisis y problemas globales, pero si el enfoque es demasiado unilateral, puede fácilmente conducir a sentimientos de impotencia. Por lo tanto, es crucial resistirse con una actitud orientada a buscar las soluciones: ver el mundo tal como es, pero sin perder de vista la visión global.

Comprender con el corazón: la comprensión real no es sólo una cuestión de la cabeza. Necesita la conexión viva con el corazón y las manos. Desde la perspectiva de la pedagogía, significa la conexión con los sentimientos y experiencias del quehacer práctico. Desde la perspectiva de la filosofía hay un elemento más, la dimensión trascendente, que sólo se puede experimentar a través de la intuición. Tal vez similar a la opinión de los antiguos egipcios, que suponían que el asiento del pensamiento estaba en el corazón.

En el concepto de la ECG, se propone una serie de temas para la práctica de entrenamiento. También, en un contexto filosófico, una selección de éstos parece relevante. Sin embargo, no como contenidos específicos para el curso, sino más bien como el conocimiento y fuente previos para los profesores. Las ideas filosóficas atemporales deberían ser los contenidos actuales de los cursos.

TEMAS DE ACTUALIDADTEMAS FILOSOFICOS
Políticos y Socio- políticos 
Los acontecimientos mundiales: la justicia y la equidad, del tercer mundo. Crisis global y conflictos: antecedentes. Declaración de los Derechos Humanos. Las ONG internacionales: ONU, la UNESCO, la Cruz Roja, Amnistía Internacional, etc. La educación política : democracia, gobierno, elecciones, etc.Sociopolítica
Sociedad y Asuntos Sociales 
Asuntos demográficos globales y regionales; sobrepoblación, sobre- envejecimiento, etc. Migración y refugiados: antecedentes y escenarios. Valores societariosSociopolítica Ética
Culturas y Religiones 
Cultura: definición, alta cultura, la cultura de cada día, etc. Culturas: tradiciones y valores5 religiones del mundo: cristianismo, Islam, la religión judía, el hinduismo, el budismoÉtica
Sostenibilidad 
Dimensiones de sostenibilidad Ecológica: el cambio climático, la diversidad biológica, etc. Social: generaciones, la migración, etc. Economía: modelos alternativos de economía Las organizaciones internacionalesFilosofía de la Historia
  

El enfoque en los valores es medular para la Educación para una Ciudadanía Global. Los valores determinan nuestro pensamiento, los valores determinan nuestras acciones. Pero, ¿de cuántos no nos damos cuenta y cuántos son los que no hemos pensado? Por lo tanto, es crucial hacer un posicionamiento fundamental antes de hablar de valores específicos de la Ciudadanía Global. El discurso sobre los valores tiene una historia larga y está vinculada a la cuestión ética: ¿Cómo debo actuar? Pero sobre todo en relación con los recientes esfuerzos de migración e integración, también tiene una relevancia práctica inmediata, con preguntas, tales como: en cualquier caso, ¿qué valores, deben ser resguardados en nuestras cada vez más diversas sociedades? Esto conduce directamente a la pregunta ¿qué son los valores? Y a una mezcla de respuestas. Para algunos, los valores son conceptos abstractos, como la tolerancia o la paz, para otros son cosas concretas, como la casa en el campo. Justo por esta falta de definición es que se da lugar a malos entendidos. Pero también muestra, que entre más materiales son los valores, más diversos y más conflictivos son. Aquí es donde se reúnen las visiones del mundo.

La visión del mundo dominante de nuestra sociedad occidental es de tipo materialista-científica. Pero ya que no hay ciencia objetiva, del bien y el mal, los valores universales no son evidentes y, por lo tanto, no existen en esa visión del mundo. Esto nos lleva a una perspectiva más relativista y a la consecuencia de que cualquier valor subjetivo percibido tiene la misma validez que cualquier otro valor subjetivo.

Cimentados en diferentes contextos culturales y en las historias de vida personales, deberíamos cerrar muchas discusiones con la admisión: «Desde mi punto de vista, estoy en lo cierto, desde tu perspectiva tú tienes razón.» Y entonces no habría nada más que decir, y nada más que aprender el uno del otro. Muchas personas recomiendan una actitud relativista porque creen que conduce a la tolerancia. En forma extrema, sin embargo, conduce exactamente a lo contrario: a mundos separados y a la imposibilidad de convivencia. (Appiah, 2009)

Con este antecedente nos enfrentamos a la pregunta de si hay valores universales que compartimos más allá de los límites de nuestras culturas y orígenes sociales. Probablemente tenemos que cambiar nuestro punto de vista. ¿Por qué hay consenso, en tantas culturas, en que la compasión, la atención o la generosidad son valores? Y ¿por qué hay códices casi idénticos, en tantas culturas, sobre el valor de la vida y la convivencia? Tal vez somos como Martin Wieland lo describe, parte de una gran familia humana con un conjunto común de valores. Incluso si aceptamos los valores universales, nos enfrentamos a los límites, cuando tratamos de traducir el ámbito universal, atemporal a su expresión concreta, temporal. La libertad es un valor universal, pero ¿hablamos todavía de la misma libertad, cuando se lo transferimos a un musulmán o a una sociedad norteamericana? En este punto, el diálogo es importante porque tenemos imágenes, suposiciones y prejuicios que forman barreras, en la medida en que no los hayamos reflejado e intercambiado. Appiah distingue tres tipos de diferencias que caracterizan nuestros valores:

La falta de términos comunes.

Diferentes significados de los mismos términos.

Diferente ponderación de los valores.

La comunicación a través de las fronteras de nuestras diferencias se convierte en un elemento central de la Ciudadanía Global: encontrar lo común y descubrir lo diferente (Appiah, 2009).

Comprobar el propio sistema de valores: Con el fin de comprender otras formas de vida y culturas, primero tengo que conocer mis propios valores. ¿ Qué es importante para mí y valioso en mi vida? A través de preguntas similares, se inicia la reflexión sobre los valores, y los seudo-valores quedan al descubierto, aquéllos que se habían apropiado de manera acrítica del contexto social. Sin embargo, también es importante revisar los conceptos normativos, a lo largo de las rutinas diarias. ¿Estoy viviendo los valores de los que estoy convencido?

Descubrir lo común: El siguiente paso se da a partir de la base de los propios valores, para descubrir la conexión con los valores universales y eternos. En la premisa de «igual remuneración por igual trabajo», por ejemplo, se refleja el principio de justicia; en el deseo de una vida independiente, el principio de la libertad. El objetivo no es encontrar una definición definitiva y perfecta de los valores universales, sino aumentar la conciencia para lo común.

Encontrar la unidad en la diversidad: Si aceptamos que compartimos ideales y valores universales, es el momento de volver al nivel concreto. Por ejemplo, ¿ cómo está interpretada la justicia en los diferentes períodos históricos? Y ¿ cómo interpretar hoy en día las diferentes culturas, religiones, sistemas políticos, el principio de justicia? La comprensión de la diversidad y la variedad está creciendo, pero al mismo tiempo también muestra, cuan conflictivas son las interpretaciones, en la medida en que más se aleje de la fuente trascendental común.

Incluso si estamos de acuerdo en los valores universales, la pregunta sigue siendo, ¿si hay valores específicos de la ECG? En algunos conceptos de la ECG se presentan catálogos de valores, donde la atención se centra, sobre todo, en valores (socio-) políticos:

  • Justicia y la justicia distributiva
  • Paz
  • La libertad y la autodeterminación
  • Tolerancia
  • Responsabilidad
  • La solidaridad

Filosóficamente esta priorización puede ser útil. Sin embargo, sin tener en cuenta si cada virtud tiene una connotación más individual o colectivamente, necesita de ambos: el anclaje en una base interior y la efectividad externa, la ética y la socio-política. Por lo tanto, la ECG tiene que ser entendida como el consiguiente trabajo en valores en el interior y en el exterior.

Si la ECG en realidad puede contribuir a una transformación, depende de si los valores y conocimientos se muestren en una acción concreta. La palabra de moda es competencias, lo que significa un conjunto de habilidades para hacer bien una tarea en particular. Ya he escrito sobre las competencias en otro lugar. En este contexto, sólo quiero señalar el momento, cuando el potencial latente se vuelve acción. El reto particular de cualquier tipo de educación que quiere ser algo más que la transferencia de conocimientos es habilitar y dar forma a este momento. Por una parte, necesita el marco adecuado para permitir la experiencia práctica, por otra parte, se necesita una actitud correspondiente de sacar experiencias de los acontecimientos.

Aprender a reflexionar: Un elemento clave del aprendizaje orientado a la acción es la reflexión, o como dice el Bhagavad Gita, la interacción de Sankhya y Yoga. Es la habilidad de obtener de una experiencia subjetiva, una conclusión objetiva, general, que es transferible a otras situaciones, así como a otras personas. En el mejor de los casos, es el reconocimiento de los arquetipos en la propia historia personal. El desarrollo de este meta-habilidad debe ser introducido y practicado, tanto o más incluso, que cualquier otra habilidad.

Valor para cometer errores: El aprendizaje sobre el comportamiento necesita de un sentido de espíritu de aventura para probar una nueva manera, aunque quizás inusual. Esto presupone un clima de confianza mutua, así como la confianza en uno mismo. Si estas dos formas de confianza están vivas, los errores tienen su lugar. El manejo consciente de los errores no significa negarlos y considerar que todo está bien, sino más bien considerar como oportunidades de aprendizaje y motivación para mejorar. Una cultura del error bien vivida, no tiene a la perfección como principal objetivo, sino más bien al acontecimiento.

Aprender a actuar: Las ocasiones para el aprendizaje práctico exigen el uso de una serie de habilidades que de otra manera quedarían sólo en teoría. Exigen decisiones y la consecuencia de seguir trabajando con las decisiones tomadas (independientemente de si está clasificado como bueno o malo). Nos encaminan a la búsqueda de soluciones para una tarea dada y conducen a la experiencia de que siempre hay una solución. Exigen la flexibilidad y la creatividad para responder inmediatamente a lo inesperado y dan lugar a la experiencia de que todo el mundo tiene creatividad.

Hay una gran cantidad de conceptos educativos para el diseño del aprendizaje orientado a la acción. En parte, los métodos euforia van tan lejos que los contenidos se descuidan en comparación con la forma. Pero la elección del método debe ser siempre el último acto y se le debe basar incondicionalmente en las finalidades y contenidos y no al revés. Además, es crucial construir un arco de tensión en cada lección, así como en todo el curso. La educación es como obra de arte. Este no es el lugar para hacer frente a la variedad de formatos posibles, sólo quiero destacar unos pocos elementos que pueden apoyar a la ECG.

FORMATOOBJETIVOS
Diálogo Discusión a favor y en contra Café mundial Pecera    Profundización y concreción de contenidos Cambio de perspectivas y actitudes Evidenciar los conflictos de valores y los dilemas
Entrenamiento de Equipos Entrenamientos creativos. Juegos de Estrategia. Entrenamiento intercultural  Desarrollo de soluciones creativas Distribución de papeles y tareas en un equipo Tratar con los conflictos de interés, diálogo, consenso
Socio dramas Ejercicios interculturales. Reducción del entrenamiento. Valor civil  Cambio de perspectivas y actitudes Habilidad emocional Tratar con los errores y su corrección
Proyecto práctico Tema social. Tema intercultural. Tema ecológicoTransferir al mundo real Competencia sistémica (ver el todo) Cooperación con otras organizaciones Habilidad de comunicación

Por último, me gustaría apostar de nuevo por la globalización. La globalización ha cambiado la cara de nuestro mundo. Nos ha proveído con una gran cantidad de nuevas e interesantes posibilidades. Pero así también, nos ha confrontado con una gran cantidad de problemas y dificultades. También esto hizo al mundo diverso, pero fragmentado y complejo. Incluso los conceptos tales como Educación para una Ciudadanía Global, que se supone debían aportar soluciones a la complejidad, sucumben al poder de la complejidad: un mayor conocimiento sobre las relaciones globales, más valores en los que todos son igualmente importantes, más capacidades que debemos desarrollar simultáneamente. ¿Podemos realmente hacer frente a los problemas al nivel, donde se producen? ¿Podemos hacer frente a la fragmentación a través de una mayor fragmentación y con la complejidad a través de una complejidad adicional? Probablemente sea necesario un cambio radical de vehículo, y el renacimiento de un principio, al que entendemos bien intelectualmente, pero que apenas podemos hacerlo realidad: la unidad en la diversidad. La filosofía en el sentido original de la palabra, como el amor a la sabiduría, pueden añadir exactamente eso al discurso sobre la Educación para una Ciudadanía Global: un enfoque que busca la esencia y no los detalles, que se enfoca en las semejanzas y no en las diferencias, que trata de unir y no de dispersar. En otras palabras, un concepto, enfocado en tres premisas:

El Humano Uno

El Mundo Uno

La Historia Una

El que la Ciudadanía Global pueda ser una respuesta real para nuestro tiempo, depende de si podemos hacer volver unitaria la primera premisa. DSG cierra su mensaje de Año Nuevo con una perspectiva alentadora: «La convivencia es posible y la armonía entre todos los seres también.»

Appiah, Kwame Anthony (2009): Der Kosmopolit; Philosophie des Weltbürgertums. Verlag C. H. Beck, München 

Kiefer, Otto (1992): Marc Aurel; Selbstbetrachtungen. Insel Verlag, Frankfurt am Main 

Northoff, Georg (2014): Wie kommt die Kultur in den Kopf. Eine neurowissenschaftliche Reise zwischen Ost und West. Springer Verlag, Berlin 

Töchterle, Karl-Heinz (2014): Von Idioten und Hallodris. In: Abenteuer Philosophie 2014 (4)  

Wintersteiner, Werner; Grobbauer, Heidi; Diendorfer, Gertraud, Reithmair-Juarez, Susanne (2014): Global Citizenship Education; Politische Bildung für die Weltgesellschaft. Österreichische UNESCO -Kommission, Wien 

UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization) (2014): Global Citizenship Education; Preparing learners for the challenges of the twenty-first century. UNESCO, Paris 

UNESCO (2014): Global Citizenship Education; Topics and Learning Objectives. UNESCO, Paris 

Zeilinger, Rebecca (2012): Articulating Values; Lernen mit Herz, Kopf und Fuß. Interkulturelles Zentrum, Wien

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