Baria: ciudad fenicia y romana

ACTIVIDAD REALIZADA POR EL I. HERMES DE ALMERIA
Rosa Castillo

INTRODUCCIÓN

Un grupo de amantes de la historia y amigos del Instituto Hermes en Almería, acudió el sábado día 24 de marzo al Museo Arqueológico Provincial de Almería para asistir a una visita guiada de la exposición temporal titulada “Dioses, tumbas y gentes. Baria, ciudad fenicia y romana”. Esta exposición consta de 428 piezas pertenecientes a los Fondos del Museo de Almería y del Museo Arqueológico Nacional.


El descubrimiento de Baria se realizó por las excavaciones que en 1890 llevo a cabo el investigador Luis Siret en esta zona. Esta investigación fue continuada en el siglo XX y en el siglo XXI. Baria fue fundada en el siglo VII a.C. por los fenicios y está ubicada en la desembocadura del rio Almanzora. Baria está documentada en las fuentes de la Antigüedad clásica y reconocidas sus ruinas en la actual Villaricos. La ciudad de Baria gozaba de una ubicación privilegiada y disponía de recursos mineros y agrícolas, ejerciendo una gran repercusión comercial en el Mediterráneo Occidental.

La exposición nos muestra las relaciones que los colonizadores fenicios tuvieron con griegos, iberos y romanos a lo largo de un milenio y medio de historia.

LA COLONIA FENICIA DE BARIA

Los fenicios cuando llegaron a la península se relacionaron con la población costera que estaba en este territorio desde la Edad del Cobre, y también contactaron con otras poblaciones del interior peninsular. Los fenicios se establecieron a ambos lados del Estrecho en pequeños núcleos de población, y ejercían el comercio. Estos asentamientos dieron lugar a barrios o comunidades independientes de marineros que se localizaban muy próximos a los asentamientos de las poblaciones autóctonas.

La ciudad de Baria como tal, se funda en la segunda mitad del siglo VII a.C. Con el paso de los siglos se convirtió en uno de los puertos más importantes del Mediterráneo en las rutas del comercio. Baria llegó a ser una ciudad-Estado.

Baria se caracterizará por ser una pequeña bahía marítima y tener una vía fluvial navegable rio arriba, que permitía conectar con pasos que discurrían próximos a los poblados ubicados en esa zona y esto permitía tener  comunicaciones hacia el interior. También se podía tomar como rutas principales la vía fluvial navegable en pequeños botes, o bien la vía terrestre de la Depresión de Vera. Esto permitía tener una posición estratégica muy buena con respecto al comercio marítimo y el resto de enclaves fenicios asentados en la costa.

Este hecho de tener un lugar geográfico tan estratégico y privilegiado unido a la existencia de minas ricas en plata, hierro, etc., hizo este lugar, propicio para los fines comerciales de los fenicios. Todo ello fomentó la creación de estructuras para la fabricación de la cerámica con talleres artesanales, conservación del pescado en salazón, etc. Así mismo, trajeron de Tiro el tinte de color purpura extraído de la secreción del caracol marino llamado “Murex brandaris” (conocido en Andalucía como “cañaílla»), este era muy costoso por lo que su uso se limitaba exclusivamente a los artículos de lujo y reservado para la realeza. También trajeron nuevos productos alimenticios como la granada, el olivo, la vid, los higos, los garbanzos, etc. siendo muy buenos en la agricultura crearon cosechas para su abastecimiento y los excedentes los dedicaban a la exportación, tanto de vino y aceite como de cereales, cebada y trigo; así mismo, intercambiaban con metales, la purpura, el salazón y productos de pesca como el “garum”.

LA RELIGIÓN FENICIA EN BARIA

Los fenicios tenían como Dioses principales en su Panteón a Baal y Astarté. El primero es un Dios masculino de carácter Solar y Astarté es una Deidad femenina identificada con Venus, conocida también como “estrella de la tarde”  y “Lucero del Alba”.

Los fenicios construyeron Templos a sus dioses; siendo el primer santuario dedicado a la Diosa Astarté en un lugar elevado de la ciudad y separado de la zona urbana al sureste de su necrópolis. Astarté era la diosa del amor, de la Naturaleza, los astros, la vida y la fecundidad, así como protectora de los muertos, de la minería y la  metalurgia, y también de marinos y navegantes; así mismo, fue diosa de la guerra, por lo que consagraban a ella las armas de los enemigos. Se la solía representar desnuda o apenas  cubierta con velos, de pie sobre un león. Sus símbolos eran el león, la esfinge, la luna creciente, el caballo, la paloma y una estrella dentro de un círculo que indica el planeta Venus.

Las costumbres de los fenicios ante la muerte eran las fosas de inhumación y cremación, pero también excavaron hipogeos para el enterramiento de sus difuntos que los acompañaban con huevos de avestruz, lisos o decorados con figuras geométricas, con cuencos y pequeñas ánforas a modo de ajuar.

BARIA Y SU RELACIÓN CON CARTAGO

Con el paso del tiempo Baria llego a ser una ciudad-Estado y Gadir, por su parte, desempeñará un papel organizador del resto de enclaves marítimos.

En la segunda mitad del siglo III, Baria se convirtió en centro de atención del pueblo cartaginés y esto promueve un desarrollo económico y urbanístico. La presencia de militares en la Península tendrá como consecuencia una mayor producción de alimentos y materiales para abastecer estas nuevas necesidades.

Como consecuencia de esta expansión de la ciudad de Cartago por el Mediterráneo, se fundará un santuario a la Diosa Tanit, a las faldas de un cerro, hacía el norte, a extramuros de la ciudad. Es la Diosa de Cartago, a la que se le rendirá culto en esta cueva natural.

Baria fue fortaleza cartaginesa hasta finales del siglo III a.C., en que fue conquistada por Publio Cornelio Escipión (el que vencería a Aníbal) en el año 209 a.C.

En el siglo I d.C. obtuvo el estatuto de municipio hasta la crisis del Imperio, que debió trasladarse a un lugar más defendible en el siglo V d.C. hasta su abandono.

REFLEXIÓN PERSONAL

La existencia de este pueblo fenicio durante tantos siglos, que llegó a ser Ciudad-Estado, con moneda propia, con un alfabeto de 22 signos consonánticos, etc., nos hace pensar en un pueblo especial que merece la pena ser estudiado en profundidad y que, como parte de nuestra propia historia de Almería, es necesario conocer; no solo por lo que nos aportaron como sociedad, sino también, porque parece que subyace detrás de todo esto, un cierto nivel moral de sus habitantes y de creencias que permitió su extensión y perduración en muchos territorios de forma pacífica e integradora.

Las creencias en una Diosa como Astarté, inspiradora de un culto a la Madre Tierra, a la Madre Naturaleza; de procedencia mesopotámica, conocida como Inanna entre los sumerios, Ishtar entre los acadios, asirios y babilónicos y Astarot entre los israelitas;  traspasa el tiempo entre los fenicios para llegar a Grecia como Afrodita y a Roma como Venus. Según relatos de historiadores griegos y romanos de la antigüedad había Templos dedicados a la Diosa Astarté y su relación con el Planeta Venus en zonas costeras del sur de España. No sería de extrañar que en tan dilatado espacio / tiempo se hayan podido producir tergiversaciones de sus ritos y cultos, así como una degradación en épocas de decadencia en las prácticas religiosas entre sus gentes.

BIBLIOGRAFÍA

–  Rodero, A.; Perea, A.; Chapa, T.; Pereira, J.; Madrigal, A.; Pérez-Die, M. C. La necrópolis de Villaricos, Almería. Editorial Universidad Complutense de Madrid. 1996.

–   López Castro, J.L.; Un santuario rural en Baria. Villaricos, Almería. Universidad de Almería. 2000.

–   Martínez Hahnmüller, V.; Baria II. La conquista romana de Baria. Editorial Universidad de Almería. 2012.

– López Castro, J.L.; Martínez Hahnmüller, V.; Pardo Barrionuevo, C.A.  La ciudad de Baria y su territorio.